lunes, 2 de septiembre de 2013

Mi héroe!!!


Hace poco hablaba con mi amiga Sasha sobre la inmensa responsabilidad que le damos a nuestra pareja al enamorarnos, y entre carcajadas terminamos sorprendidas al ver la cantidad de exigencias que le hacemos. Primero, queremos que sea casi perfecto, y ahí empieza la lista...

Que sea divertido, que nos defienda del coco, que sepa exactamente el día y la hora que necesitamos "la bolsita de agua caliente", que le parezca el mejor plan del mundo ir de compras y que se camine vitrina tras vitrina con buena actitud, y que además, nos de su opinión sobre el color, el modelo y la talla que nos queda mejor...

También, esperamos que sea un ganador, que siempre sepa lo que quiere con su vida, que sea solvente económicamente hablando y que tenga un buen trabajo, eso sí!


Pero la lista sigue: que sea sexy, detallista, carismático (entiéndase: caerle bien a los papás, los amigos, los jefes...) , que no sea muyyyy aficionado al fútbol, que le guste ver comedias románticas, que sea un duro con los arreglos locativos y que se sepa una que otra palabra romántica en otro idioma...

A estas pequeñas exigencias, viene el interrogante: con quién nos esperamos encontrar? Con Superman? Pobres hombres!!!!

No se trata de defenderlos, pero caramba! Todas sabemos que la lista sigue y que podemos llegar a ser bastante complejas y exigentes. Por tanto, con toda certeza puedo decir que estamos ante el síndrome del Príncipe Azul que lentamente nos hemos ido creyendo y conviertiéndolo en nuestra realidad, porque digamos la verdad, cuando uno de nuestros "requisitos" no viene con el susodicho, nos empezar a inquietar, luego a molestar y por último, a frustrar!

Lo que creo es que a nuestra pareja le estamos endilgando nuestra felicidad. "Que sea divertido", claro! Pero para que nos saque del aburrimiento del que no sabemos salirnos solas. "Que le caiga bien a nuestros amigos", porque dependemos todo el tiempo de la opinión de los demás... y así por el estilo....

Todas lo sabemos! Ya está comprobado que el hombre perfecto no existe. Pero por extrañas razones estamos obstinadas en "conseguirlo". Y sinceramente, creo que llegó el momento de mirar a nuestros hombres con mayor conciencia de lo que son: seres humanos reales, con defectos, movimientos internos y ritmos diferentes a los nuestros.

Hombres que en medio de su imperfección, de pronto algún día nos van a fallar, en otra oportunidad lo van a reparar, o se van a ir y en otras, van a regresar. Esa es realmente la esencia de los encuentros.

Pero como queremos Súper Héroes a nuestro lado, nos negamos y de paso, les negamos la posibilidad del error y de la autenticidad dentro de lo masculino.

Puedo parecer muy a favor de los chicos, pero luego de contar con la bendición de un padre admirador de las mujeres, un esposo maravillosamente imperfecto y unos amigos bellos, creo que también es preciso hacerles reconocimientos, y de paso, reconocer nuestros propias limitaciones en lo que tanto les exigimos a ellos.

La grandeza de la energía masculina es importante para nosotras, (que todo el tiempo estamos pretendiendo ser las "chicas 10" ), porque precisamente esa energía nos recuerda que todo es más sencillo de lo que pensamos.

De lo que se trata es de mirar lo esencial. No de justificar sus ausencias, faltas o descuidos, pues al tema le siguen saliendo aristas, ya que tampoco es un argumento permanecer al lado de un hombre porque "es bueno". Lo suficientemente bueno como para dejar morir la relación ante sus ojos, lo suficiente para quedarse congelado para crecer y de paso , dejarnos volar; lo suficiente, para aburrirnos hasta la médula.

La clave en realidad es preguntarnos por lo que en esencia nos aportan esos hombres más allá de nuestros espejismos y exigencias...

Esto es una opinión muy personal, pero creo que el valor del encuentro con otro, radica en desmontarnos del viejo cuento de la media naranja, donde se presume que andamos naturalmente incompletos y pasar a la imagen que nos regala la danza, en la que uno sube mientras el otro baja, uno entregando y otro recibiendo...

Nadie dijo que es fácil ver al otro con los ojos de la realidad y renunciar al Súper Héroe, pero sé que los encuentros reales son posibles y gratificantes.