tag:blogger.com,1999:blog-62975169162882699972024-03-05T03:44:56.484-08:00Tacones y Labios RojosTacones y Labios Rojos es un espacio de encuentro para compartir las sensibilidades, avatares, malabares y reflexiones sobre el mundo femenino. No es feminista ni sexista. Los hombres también son bienvenidos a conocernos...Tacones y Labios Rojoshttp://www.blogger.com/profile/04254948340397492640noreply@blogger.comBlogger17125tag:blogger.com,1999:blog-6297516916288269997.post-18593295088820962812013-10-16T13:09:00.003-07:002013-10-16T13:13:50.792-07:00Así, como cuando uno se desubica...<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgu_jmG7CTy4nx33uRFG8hVNSOkZiy-HFMRlZ9ULlc3hcoEDi71D6Uvgl7NV61k6NZNlUT6eDb-9UEZt-aw6yZO8MwKb7vN6-aISVXhZsuJ0NJRTIvSg_zw3RkNSoHkMv5LD61T1SeCE85t/s1600/20080306152140-interrogacion1.gif" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgu_jmG7CTy4nx33uRFG8hVNSOkZiy-HFMRlZ9ULlc3hcoEDi71D6Uvgl7NV61k6NZNlUT6eDb-9UEZt-aw6yZO8MwKb7vN6-aISVXhZsuJ0NJRTIvSg_zw3RkNSoHkMv5LD61T1SeCE85t/s320/20080306152140-interrogacion1.gif" width="320" /></a><br /><br /><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Es curioso, al tratar de escribir la palabra "desubica", mi corrector de ortografía no la reconoció y yo, paradójicamente me lancé a escribir sin saber muy bien cómo empezar esta nota...<br /><br />Pues bien, qué mejor comienzo, que admitir que estar desubicado es para muchos un síntoma inequívoco de estar en la mala, está asociado a la adolescencia o lo que es peor, a los looser; porque estar desubicado en la edad adulta resulta inadmisible.<br /><br />Hace unos meses dejé mi trabajo (y también todo lo que ello implica) y un colega a quien me encontré en la escalera, me preguntó con cara de sincera preocupación: "y ahora qué vas a hacer?" y yo hice una pausa, pensé muchas respuestas de esas que lo hacen a uno quedar bien, pero ninguna me sonó y lo único que salió fue: "hummmm, no sé... estoy como desubicada....".<br /><br />Sé que para mi colega fue como un baldado de agua fría porque tal vez se imaginó, o que la tenía clarísima, o que iba a entrar en melodrama... Y pues ante tal respuesta lo único que pudo fue reír y fingir que no pasaba nada.<br /><br />Al principio me sentí muy rara al responderlo de manera tan natural, pero a los pocos minutos me sentí felizmente liberada. Liberada de mi, de todas esas altas expectativas que uno se pone, del qué dirán y del resto de convencionalismos sociales que constantemente te exigen en la adultez saber para dónde vas, qué vas a hacer y por cuánto te vas a endeudar...<br /><br /><br />Luego vino un gran descubrimiento personal y entendí que me puedo desubicar de vez en cuando y todas las veces que lo requiera. Que "es bueno estar en la ruta y equivocar el camino..." como dice Fito Páez. Que resulta siendo un gran regalo de la vida parar, tomar aire y sentirse desorientado, porque desde esa perspectiva, cualquier ruta es provechosa...</span></div>
Tacones y Labios Rojoshttp://www.blogger.com/profile/04254948340397492640noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6297516916288269997.post-48534844096608789872013-09-02T19:03:00.002-07:002013-09-02T19:05:19.251-07:00Mi héroe!!!<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLigee8_qFyDEFVdoEdOXdK4nH6BVtUCjNV_wHUah6hRcNmruT_5utxXd_B-t4QMSrd7BJ0opMVQJVSH0dmhFzk0VKU-5hw_il6yapBjuqNUZVDtRET5AqBPevHvIb7HT1QmR9fkepfrOg/s1600/superman.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLigee8_qFyDEFVdoEdOXdK4nH6BVtUCjNV_wHUah6hRcNmruT_5utxXd_B-t4QMSrd7BJ0opMVQJVSH0dmhFzk0VKU-5hw_il6yapBjuqNUZVDtRET5AqBPevHvIb7HT1QmR9fkepfrOg/s320/superman.jpg" width="320" /></a></div>
<br /><i>Hace poco hablaba con mi amiga Sasha sobre la inmensa responsabilidad que le damos a nuestra pareja al enamorarnos, y entre carcajadas terminamos sorprendidas al ver la cantidad de exigencias que le hacemos. Primero, queremos que sea casi perfecto, y ahí empieza la lista...</i><br /><br />Que sea divertido, que nos defienda del coco, que sepa exactamente el día y la hora que necesitamos "la bolsita de agua caliente", que le parezca el mejor plan del mundo ir de compras y que se camine vitrina tras vitrina con buena actitud, y que además, nos de su opinión sobre el color, el modelo y la talla que nos queda mejor...<br /><br />También, esperamos que sea un ganador, que siempre sepa lo que quiere con su vida, que sea solvente económicamente hablando y que tenga un buen trabajo, eso sí!<br /><br /><br />Pero la lista sigue: que sea sexy, detallista, carismático (entiéndase: caerle bien a los papás, los amigos, los jefes...) , que no sea muyyyy aficionado al fútbol, que le guste ver comedias románticas, que sea un duro con los arreglos locativos y que se sepa una que otra palabra romántica en otro idioma...<br /><br />A estas pequeñas exigencias, viene el interrogante: con quién nos esperamos encontrar? Con Superman? Pobres hombres!!!!<br /><br />No se trata de defenderlos, pero caramba! Todas sabemos que la lista sigue y que podemos llegar a ser bastante complejas y exigentes. Por tanto, con toda certeza puedo decir que estamos ante el síndrome del Príncipe Azul que lentamente nos hemos ido creyendo y conviertiéndolo en nuestra realidad, porque digamos la verdad, cuando uno de nuestros "requisitos" no viene con el susodicho, nos empezar a inquietar, luego a molestar y por último, a frustrar!<br /><br />Lo que creo es que a nuestra pareja le estamos endilgando nuestra felicidad. "Que sea divertido", claro! Pero para que nos saque del aburrimiento del que no sabemos salirnos solas. "Que le caiga bien a nuestros amigos", porque dependemos todo el tiempo de la opinión de los demás... y así por el estilo....<br /><br />Todas lo sabemos! Ya está comprobado que el hombre perfecto no existe. Pero por extrañas razones estamos obstinadas en "conseguirlo". Y sinceramente, creo que llegó el momento de mirar a nuestros hombres con mayor conciencia de lo que son: seres humanos reales, con defectos, movimientos internos y ritmos diferentes a los nuestros.<br /><br />Hombres que en medio de su imperfección, de pronto algún día nos van a fallar, en otra oportunidad lo van a reparar, o se van a ir y en otras, van a regresar. Esa es realmente la esencia de los encuentros.<br /><br />Pero como queremos Súper Héroes a nuestro lado, nos negamos y de paso, les negamos la posibilidad del error y de la autenticidad dentro de lo masculino.<br /><br />Puedo parecer muy a favor de los chicos, pero luego de contar con la bendición de un padre admirador de las mujeres, un esposo maravillosamente imperfecto y unos amigos bellos, creo que también es preciso hacerles reconocimientos, y de paso, reconocer nuestros propias limitaciones en lo que tanto les exigimos a ellos.<br /><br />La grandeza de la energía masculina es importante para nosotras, (que todo el tiempo estamos pretendiendo ser las "chicas 10" ), porque precisamente esa energía nos recuerda que todo es más sencillo de lo que pensamos.<br /><br />De lo que se trata es de mirar lo esencial. No de justificar sus ausencias, faltas o descuidos, pues al tema le siguen saliendo aristas, ya que tampoco es un argumento permanecer al lado de un hombre porque "es bueno". Lo suficientemente bueno como para dejar morir la relación ante sus ojos, lo suficiente para quedarse congelado para crecer y de paso , dejarnos volar; lo suficiente, para aburrirnos hasta la médula.<br /><br />La clave en realidad es preguntarnos por lo que en esencia nos aportan esos hombres más allá de nuestros espejismos y exigencias...<br /><br />Esto es una opinión muy personal, pero creo que el valor del encuentro con otro, radica en desmontarnos del viejo cuento de la media naranja, donde se presume que andamos naturalmente incompletos y pasar a la imagen que nos regala la danza, en la que uno sube mientras el otro baja, uno entregando y otro recibiendo...<br /><br />Nadie dijo que es fácil ver al otro con los ojos de la realidad y renunciar al Súper Héroe, pero sé que los encuentros reales son posibles y gratificantes.<br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br />Tacones y Labios Rojoshttp://www.blogger.com/profile/04254948340397492640noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-6297516916288269997.post-14493783701163160442013-01-10T11:30:00.000-08:002013-01-10T11:47:26.736-08:00El poder de las faldas<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<div style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;">
<img height="320" id="il_fi" src="http://alejandrofashion.files.wordpress.com/2008/11/2-copia.jpg" style="padding-bottom: 8px; padding-right: 8px; padding-top: 8px;" width="211" /></div>
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<em>No es por nada, pero desde que empecé a usar faldas y vestidos hace como unos siete años, muchas cosas cambiaron en mi vida, para bien...</em><br />
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No se exactamente cómo empezó mi deseo de usar falda, pero recuerdo que en la universidad usaba unos vestidos largos y anchos, que combinaba orgullosamente con unas botas militares (nada cómodas a decir verdad) y aun así, me sentía "diferente", creo que un poco más femenina, no lo sé muy bien, pero sí recuerdo que cada vez que me ponía ese vestidito verde todo el mundo tenía algo para decirme. <br />
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Ahí todavía mi contacto con esa prenda era muy tímido y de todos modos, me ponía falda porque me inquietaba lo que me decía mi madre, quien insistía en que la falta de uso de falda, seca las piernas. Y bueno, a decir verdad, eso no era precisamente lo que quería que le pasara a mis extremidades.<br />
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El caso es que con el paso del tiempo, el deseo de usar faldas se volvió cada vez más fuerte y un día fui con mi madre a comprar oficialmente la primera. Era de jean, hasta la rodilla y cuando salí del vestier con ella puesta, me sentí cómoda y muy satisfecha.<br />
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Ese fue el primer paso, pero luego vino el gran reto de ponérmela. Porque, a cuántas de nosotras no nos ha pasado que compramos algo que consideramos "osado" y dura ahí en el closet guardado indefinidamente? Y el asunto de fondo era que le temía a mostrar mis piernas, que era tímida y que los piropos de los hombres me espantaban...<br />
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Ahora me da risa, pero me decidí a escribir sobre este tema porque hablando con chicas, me di cuenta que no solo a mí me pasaba en ese entonces, le sigue pasando a muchas, y por ese tipo de temores íntimos, cantidades de mujeres se privan de usarla.<br />
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He escuchado de todo, el que más me gusta es este "no, yo no soy de ese tipo de mujeres que usa falda".. Ahí inmediatamente sin disimularlo, hago cara de espanto y digo: y quién no, sino una mujer para usar falda, cuál es el tipo de mujer?<br />
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Increíblemente somos nosotras las que tenemos una cantidad de imaginarios y prejuicios femeninos en torno al tema de las faldas... También escucho con frecuencia decir "es que soy muy bajita y no me quedan bien", "uy, no... me siento rara", "uno después de los cuarenta y tantos ya no debe usar falda, es ridículo".<br />
Mejor dicho, es que como me la paso indagando sobre el tema, tengo toda suerte de argumentos, que en ultimas, la verdad, solo reflejan nuestros temores. Porque lo que hay detrás de todo esto, es un miedo espantoso a conectarnos con nuestra feminidad.<br />
El tema con las faldas es que nos dejan al descubierto, no nos protegen como lo hace un pantalón, nos dan libertad, nos embellecen, nos empoderan, y la verdad, nosotras no estamos acostumbradas a sentir nuestra feminidad desde ahí.<br />
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La sentimos más desde el maquillaje y los accesorios... pero, le puedo decir a las que no usan falda, que ninguno de estas expresiones se compara al uso de la falda.<br />
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Y es que su uso le recuerda a nuestro subconsciente que somos mujeres, para permitir que nos reconozcamos a nosotras mismas como tal y nos reconozcamos también las unas a las otras como mujeres, como manada que somos.<br />
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Fácil, no? Pero como estamos tan extraviadas en nuestra cotidianidad asumiendo tantos y tan variados roles, se nos olvida un poco quienes somos y cual es nuestra naturaleza. Lo más bonito es que las faldas y los vestidos están ahí para eso, fácil y amorosamente.<br />
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Entonces, a todas las invito a atreverse, a ponerse una, y a liberar esas piernas y esas caderas a ver cómo se sienten, y a las que ya la usan, las invito a seguir haciéndolo y a contarles a otras sobre su experiencia con esta prenda arquetípica y poderosamente femenina.Tacones y Labios Rojoshttp://www.blogger.com/profile/04254948340397492640noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-6297516916288269997.post-30153005158067896232011-12-10T20:20:00.000-08:002011-12-10T20:39:51.106-08:00Los deseos de fin de año<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiI2s3d7R3UaaeTrfLWySJ9sX8wCh3bJbdx-t6uOmWJy2P4IPtk28xMSjkhteT005cTwBuyW7ZqR6VI6oz87jaV0C_vAybapmDLpDIZnPVmY8YkchwXhUBC4ZA5rtPGosXHUpuSpk_IqFnE/s1600/estrella.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 238px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiI2s3d7R3UaaeTrfLWySJ9sX8wCh3bJbdx-t6uOmWJy2P4IPtk28xMSjkhteT005cTwBuyW7ZqR6VI6oz87jaV0C_vAybapmDLpDIZnPVmY8YkchwXhUBC4ZA5rtPGosXHUpuSpk_IqFnE/s320/estrella.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5684725821588393618" /></a><br />Es raro, por esta época todos empezamos a hacer balances y a soñar con un nuevo año maravilloso... y eso tiene su encanto, pero la verdad, es que ya cada vez me cumplo menos la lista, porque me perdí en la mitad de mis propósitos, porque me dio pereza, porque no tuve el suficiente coraje, porque llegaron otras cosas...<div><br /></div><div>Ponerse metas está bueno... soñar, mejor! Pero que no llegue la frustración cuando estemos frente a la hoja manchada del año pasado que prometía miles de cosas. Lo que propongo entonces, es escribir todos los logros de este año por pequeños que sean, cualquier cosa que tuvo valor en su momento, cualquier cambio: el corte de pelo, usar falda, ponerse tacones en un día lluvioso, decirle al jefe que "no", viajar sola, ahorrar o gastar sin temer al futuro... todo lo que haya sido verdaderamente significativo este año.</div><div><br /></div><div>Creo que ahí realmente está el valor de lo vivido. En lo que logramos en la cotidianidad, en el día a día, en la aguja y el hilo de cada acto... </div><div><br /></div><div>Ya no quiero ponerme metas elevadas o difíciles, ya no quiero proponerme dejar de fumar, bailar tango, o lanzarme en paracaídas, es más, creo que desde hace algunos años, ya no me propongo nada. Sólo agradezco lo vivido, lo aprendido, lo bailado, lo sufrido, lo perdido... agito la varita mágica, cierro los ojos y pido que todo lo que venga el año entrante, sea para bien, para gozar y crecer.</div><div><br /></div><div>A todos los chicos que siguen este blog, a todas las cómplices que se toman cinco minutos para leerme, a todos los desprevenidos, muchas bendiciones, mucha alegría, mucha vida, mucho amor... Feliz nuevo ciclo!!!</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div>Tacones y Labios Rojoshttp://www.blogger.com/profile/04254948340397492640noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-6297516916288269997.post-45248289171788406952011-11-29T14:21:00.000-08:002011-11-30T12:45:06.511-08:00¿Qué tienen los treinta y cinco?<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTZwR4iAxg1utcWnf1rNGYaQSdi3e3p39cRWNajboa3UmGJdEH7FG0mRiV-wBaLSQ3U1kpW-AGgENVr_aLqCcKDjZ6yWalOmawJxTmV6OPxc6usbC3tGTlLZF1r0ErAKG0E6B3aADZPw9E/s1600/35.JPG" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 220px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTZwR4iAxg1utcWnf1rNGYaQSdi3e3p39cRWNajboa3UmGJdEH7FG0mRiV-wBaLSQ3U1kpW-AGgENVr_aLqCcKDjZ6yWalOmawJxTmV6OPxc6usbC3tGTlLZF1r0ErAKG0E6B3aADZPw9E/s320/35.JPG" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5680546877333350498" /></a><br /><div><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, sans-serif; ">“Ponte tus zapatos de tacón y taconea”</span></div><div> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span lang="ES-MX" style="font-family:"Arial","sans-serif";mso-ansi-language:ES-MX">Por: Lisseth Angel Valencia<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span lang="ES-MX" style="font-family:"Arial","sans-serif";mso-ansi-language:ES-MX"><o:p>L</o:p></span>os treinta y cinco nos pone, a quienes acabamos de entrar a ellos, a cuestionarnos sobre su significado. Ya no tenemos los famosos y glamurosos treinta, y sí nos acercamos a los <i>temidos</i> cuarenta. (Aunque a estas alturas empiezo a descubrir que es más la mala fama, porque al parecer, son una sabrosura.)</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify">Los de treinta y cinco estamos casi que en la mitad. En la mitad de la sociedad que tiene altas expectativas con esta edad, en la mitad de nosotros mismos con nuestras propias expectativas, y en la mitad de la vida promedio. </p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify">Empezando por los grandes imaginarios sociales que existen alrededor de esta edad; o más bien, por las imposiciones sociales, a los 35 ya deberíamos tener carro, casa y beca –o en su defecto “deudas”, lo que culturalmente se interpreta como una situación económica más bien definida-. Pero todos sabemos que la situación actual en Colombia es otra y en esta época de la vida hasta ahora estamos empezando a arrancar o a endeudarnos.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify">Lo que pasa es que a los 35, la generación de nuestros papás, ya tenía mínimo un hijo de doce años y ya había empezado a abonar juiciosamente a la cuota de la casa. Además, los matrimonios amigos ya eran “compadres” entre sí y la auto imagen estaba asociada a la seriedad, la responsabilidad y por supuesto, a la adultez.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify">En mi caso, los 35 me tomaron por sorpresa, porque me pusieron a verme de frente al espejo y lo que descubrí en medio de mi gran asombro es la evidente aparición de algunas arruguitas y unas canas (bien tapadas por la tintura), también me mostraron mi gran apatía de ir a multitudes y conciertos solo por evitar que me empujen, sumado a la enorme molestia que siento cada vez que me llaman “señora” en todo lado.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify">Claro, también pasan cosas como que un viernes en la noche prefiero quedarme viendo comedias románticas en mi casa en vez de ir a los estruendosos bares de antes, o que las cenas con los amigos ya no van más allá de las doce de la noche… y quizá la prueba más contundente de mi llegada a la adultez salta a la vista cuando me suelto a hablar de “mis buenas épocas” con jóvenes modelo 85. ¡Qué horror!</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify">El año pasado la palabra “adultez” tan solo se asomaba de vez en cuando en mi ventana, pero este año, me la encuentro cada vez más seguido en lugares insólitos como los que ahora escojo para pasar mi tiempo libre, en mi escritorio, -en medio de tareas aburridas- y en los arrumes de cuentas por pagar cada mes. Al principio, decidí salir corriendo y me hacía la loca, pero exactamente el 10 de agosto de este 2011, me cogió por el cuello, me hizo una llave (estilo cinturón negro) y me doblegó.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify">Al principio, patalié, grité y me enfurecí (porque era el colmo que me tomara “desprevenida”), pero luego, al quedarme quietica, descubrí que la mejor manera de estar a su lado es no pelear.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify">De todos modos, cuando me di cuenta que su presencia era inevitable, me asuté, para qué lo voy a negar… y entonces, me puse a pensar a qué le tengo tanto miedo y descubrí que le huyo a convertirme en una adulta seria, acartonada y aburrida… porque desafortunadamente, esos son los parámetros que tengo de los treinta y cinco.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify">Pero afortunadamente, en simultáneo, también descubrí que de música de fondo en mi vida, sigue sonando una canción de rock estilo “radio friendly unit shifter” de Nirvana, un poco rebelde, un poco densa, un poco trasgresora… y en mis aspiraciones más grandes, continúa encabezando la lista el deseo de conocer países, de recorrer a Colombia, de montarme en lanchas, de nadar en mares tropicales y de conocer a desconocidos. </p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify">En esencia seguimos siendo los mismos, tal vez con roles diferentes, ó con disfraces más convenientes a los nuevos roles sociales, lo que está bien, porque uno no puede embalsamarse en “sus mejores épocas” y dejar de tomar de lo que actualmente es y de lo que aspira.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify">Una de las cosas que más me ha llamado la atención, es que, precisamente, algunas de mis más serias aspiraciones se han ido transformando, esfumando o reemplazando por otras, a tal punto, que hoy, mi mayor deseo es dedicarme a escribir libros infantiles, crónicas de viajes y llevar a las mujeres a tener vacaciones espirituales… nada de eso ni lo pensaba hace diez años cuando me imaginaba a los 35 totalmente segura de mí misma, como en la cima de una montaña de la que ondeaba la bandera reluciente de mi adultez, donde el eje central era la dedicación a mis oficios laborales formales.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify">Y por eso, los 35 son enigmáticos, porque desde ellos, es que se empiezan realmente a tomar decisiones relevantes, con algunas lecciones aprendidas a cuestas, con el corazón remendado, con la certeza de poder cumplirse a "uno mismo" y con los planes en remojo.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify">Mis proyectos personales todavía están en construcción y creo que irán llegando nuevos, unos cuantos se irán transformando y otros los iré consolidando, pero lo que considero realmente importante es poder “tomarse” para empezar a avanzar. Y si de los cuarenta se trata, creo que a esa edad, viene realmente lo bueno…</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify">Nada está escrito, “se hace camino al andar” (y ese dicho sí que es generacional)… Por fortuna no sólo hay un camino, aunque la sociedad insista en que el carro, la casa y las deudas, son el único. Sin embargo, hay cientos de posibilidades, de desviaciones, de trochas y de autopistas para transitar la adultez de manera personal. </p><p class="MsoNormal" style="text-align:justify">Si a mí me dieran a elegir, me quedaría en los 27. Pero lo cierto, es que ese deseo no me lo va a cumplir Aladino y lo mejor que puedo hacer, es inventarme mi propia “adultescencia”, ese estado <i>crossover</i> que toma lo mejor de la adultez y la rebeldía de la adolescencia, para llegar con tranquilidad a los setenta y no rayada desde ya, quejándome porque el tiempo se pasó muy rápido y me volví prematuramente vieja... Así que, desde hoy me doy la bienvenida oficialmente a mis 35. </p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><br /></p></div>Tacones y Labios Rojoshttp://www.blogger.com/profile/04254948340397492640noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-6297516916288269997.post-79420089313384133972011-09-13T18:27:00.000-07:002011-09-14T09:07:08.821-07:00Sí, acepto<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7KANjFJnM0VL1z4YqgeSgdVIxCCajCmyUdfLLN_xKmUvlXAMBdxX84d9aVD-c4Df7kciE9AcuKeHCBxWFTo_9P9F4RdVLF540SB2VOJKA5mvaKHnlfTDB2-Hjbg84DyVwA6uHccmkdXrc/s1600/si+acepto.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 240px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7KANjFJnM0VL1z4YqgeSgdVIxCCajCmyUdfLLN_xKmUvlXAMBdxX84d9aVD-c4Df7kciE9AcuKeHCBxWFTo_9P9F4RdVLF540SB2VOJKA5mvaKHnlfTDB2-Hjbg84DyVwA6uHccmkdXrc/s320/si+acepto.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5652247253818856082" /><span class="Apple-style-span" style="color: rgb(0, 0, 0); -webkit-text-decorations-in-effect: none; "></span></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7KANjFJnM0VL1z4YqgeSgdVIxCCajCmyUdfLLN_xKmUvlXAMBdxX84d9aVD-c4Df7kciE9AcuKeHCBxWFTo_9P9F4RdVLF540SB2VOJKA5mvaKHnlfTDB2-Hjbg84DyVwA6uHccmkdXrc/s1600/si+acepto.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><span class="Apple-style-span" style="color: rgb(0, 0, 0); -webkit-text-decorations-in-effect: none; ">Por: Lisseth Angel Valencia</span></a><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><span style="Trebuchet MS","sans-serif";font-family:";">Esta historia empieza con mi obsesión de llevar en mi mano un anillo de compromiso con un diamante reluciente y femenino. Con paradas en joyerías, cotizaciones, catálogos…</span></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><span style="Trebuchet MS","sans-serif";font-family:";">Fabián, (mi compañero, mi novio, mi marido…) sabe muy bien lo que ha sido eso. Al principio, empezó a rondar en mi cabeza el tema del matrimonio, entonces, mis amigas y yo, diseñamos en nuestras conversaciones delirantes cómo sería el vestido, qué música sonaría, dónde se realizaría… </span></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><span style="Trebuchet MS","sans-serif";font-family:";">Del mundo de los sueños, luego pasé a la etapa de la “comercialización” de la idea. Por tanto, tenía que convencer a Fabián de casarse conmigo, con tan mala suerte que no le sonó la flauta y el asunto se volvió cada vez más denso, al punto de convertirse en tema vetado en la relación.</span></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><span style="Trebuchet MS","sans-serif";font-family:";">Ahí surgió mi primera pregunta importante: ¿cómo creer en esta relación sin estar casada? La verdad, me quedé congelada, porque así parezca todo lo contrario desde afuera, mi esencia es totalmente similar a la de Susanita, la amiga de Mafalda que siempre está pensando en el esposo, los hijitos y la casita.</span></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><span style="Trebuchet MS","sans-serif";font-family:";">La pregunta me puso telúrica. ¿Cómo era posible que el hombre con quien mejor me la he llevado, mi coequipero, mi cómplice…. no se quiera casar conmigo? La primera respuesta fue, casi sacada de una película: “eso demuestra que no se quiere comprometer”, o sino, tan pronto lo propuse, él habría salido corriendo a comprar “ese” anillo y a armar el matrimonio.</span></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><span style="Trebuchet MS","sans-serif";font-family:";">Pero no pasó así y tampoco sentía que el tema fuera la falta de amor y de compromiso, porque la evidencia contundente que da el compartir, dormir y aguantarme –en mis malos ratos- demostraban todo lo contrario. Entonces, opté por abandonar la idea y seguir la vida en pareja desde esta nueva perspectiva: sin matrimonio.</span></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><span style="Trebuchet MS","sans-serif";font-family:";">Pero por supuesto, mi obsesión por el dichoso anillo de compromiso seguía rondándome la cabeza y yo, continuaba probándome cuanto anillo veía en cada joyería, arrastrando a Fabián para ver si al vérmelo puesto, llegaba el hada del entusiasmo y él se animaba, pero nada…</span></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><span style="Trebuchet MS","sans-serif";font-family:";">Como ya Fabián estaba acostumbrado a que lo jalara a todas las joyerías, en esta ocasión para él no hubo ninguna novedad, pero para mí sí, porque había encontrado el anillo que me movió el corazón, tenía esa forma de los anillos de compromiso que tanto me seducen, coronado por una perla bellísima muy sencilla.</span></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><span style="Trebuchet MS","sans-serif";font-family:";">Me latió el corazón muy fuerte y por primera vez, no hice show, no traté deconvencerlo, no dije nada… simplemente, me lo medí, pregunté el precio y seguí como si nada esa tarde. Pero algo por dentro me latió y tuve la absolutacerteza de que NECESITABA tenerlo.</span></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><span style="Trebuchet MS","sans-serif";font-family:";">Dejé que la ansiedad se me bajara y empecé a diseñar un plan para seducir a Fabián con el fin de que me lo comprara, pero luego, ¿cómo iba a dármelo? Era necesario urdir un plan de compromiso... pero ya estábamos comprometidos el uno con el otro hasta los huesos, entonces, ¿qué esperaba yo obtener de todo ese plan?</span></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><span style="Trebuchet MS","sans-serif";font-family:";">Lo mejor de todo, es que el anillo me seguía llamado con voz propia y en uno de esos llamados, me llegó un mensaje clarísimo: ¡necesitaba comprometerme conmigo misma!</span></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><span style="Trebuchet MS","sans-serif";font-family:";"><br />No lo podía creer... era totalmente ridículo, era una disculpa mía para tener ese anillo, era un premio de consolación dármelo a mí misma, era renunciar al sueño del anillo entregado por Fabián, con la intención de “comprometernos formalmente”...</span></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><span style="Trebuchet MS","sans-serif";font-family:";">De todos modos, el tema me quedó sonando, porque desde hace rato, venía sintiendo que precisamente ESO era lo que le faltaba a mi vida. Un poco de entusiasmo<span> </span>y de compromiso conmigo misma no me vendría nada mal y al contrario, sería la oportunidad perfecta para sellar un acto de amor que venía aplazando desde hace muchos años.</span></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><span style="Trebuchet MS","sans-serif";font-family:";">Es indescriptible el miedo que sentí. Me iba a comprometer formalmente conmigo misma y no creía tener la férrea convicción de cumplirme, porque todo este tiempo solo había girado en la idea de recibir el anillo de manos de Fabián para comprometerme con él.</span></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><span style="Trebuchet MS","sans-serif";font-family:";">Por fin me puse sensata y me sorprendió la manera como me había abandonado a mí misma. De repente, me sentí con muchas ganas de hacerlo, todo se estaba dando, iba a aprovechar un viaje que tenía al mar para hacerlo ahí, a la orilla del mar, tal como soñaba mi matrimonio.</span></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><span style="Trebuchet MS","sans-serif";font-family:";">Escribí mis votos a conciencia, sin comprometerme con más de lo que actualmente me puedo dar, con amor y con ilusión. Al día siguiente en un rinconcito del mar, a pleno rayo del sol, me leí en voz alta lo siguiente:</span></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: center;" align="center"><span style="font-size:100%;"><i><span style="Trebuchet MS","sans-serif";font-family:";">Yo, Lisseth Adriana Ángel Valencia</span></i></span></div><div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: center;" align="center"><span style="font-size:100%;"><i><span style="Trebuchet MS","sans-serif";font-family:";">me comprometo a:</span></i></span></div><div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: center;" align="center"><span style="font-size:100%;"><i><span style="Trebuchet MS","sans-serif";font-family:";">creer en mí, luchar cada día por ser feliz, optar siempre por mí y por mi bienestar, </span></i></span></div><div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: center;" align="center"><span style="font-size:100%;"><i><span style="Trebuchet MS","sans-serif";font-family:";">sacudirme las telarañas cada vez que sea necesario (...) tomarme, amarme,</span></i></span></div><div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: center;" align="center"><span style="font-size:100%;"><i><span style="Trebuchet MS","sans-serif";font-family:";">perdonarme y vivir una vida maravillosa (...)</span></i></span></div><div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;"><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;"><span style="font-size:100%;"><span style="Trebuchet MS","sans-serif";font-family:";">No lo podía creer... esa perla en mi mano fue e lmejor regalo que me pude dar en este momento de mi vida. Dije: <span style="font-weight: bold;">“Sí, acepto” </span>y al ponérmelo me sentí orgullosa de mí y de mi manera de estar actualmente en la vida. Le pedí mucha fuerza al Universo para poder cumplirme y sobre todo, apartir de ese momento, realmente me sentí lista para poder comprometerme con otro y con las tareas de la vida.</span></span></div><div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;"><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;"><span style="font-size:100%;"><span style="Trebuchet MS","sans-serif";font-family:";">Muchas veces, olvidé mis propias necesidades y sueños, y olvidé echarle agua a mi bello jardín interior. Qué bonito comprometerme ahora con la ardua tarea de cultivar, regar, abonar y vigilar todas esas flores de mi jardín...por eso, hoy invito a todos a que le den una revisada a su jardín y desde hoy, empiecen a pasar más tiempo allí. Se van a sorprender...</span></span></div><div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;"><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;"><br /></div>Tacones y Labios Rojoshttp://www.blogger.com/profile/04254948340397492640noreply@blogger.com17tag:blogger.com,1999:blog-6297516916288269997.post-67126252267942541692011-03-23T10:54:00.000-07:002011-03-23T16:26:28.261-07:00¡¡¡Wonder woman no existe!!!<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQgfK4awrrAshUC9B4mHhQYloNiilC6XtPUwg_BKM_MgOgrUUbbfaVoqPVnPey9sVkIKrRtjosQb616iX-LJoA3naK029lFuxnwXQAsRrdaF2Qcsw9UxDysxwoY0tduG_7of293XoCIRcX/s1600/whole_lotta_wonder_woman_431315.jpg"><img style="MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 239px; FLOAT: left; HEIGHT: 320px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5587335856700272738" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQgfK4awrrAshUC9B4mHhQYloNiilC6XtPUwg_BKM_MgOgrUUbbfaVoqPVnPey9sVkIKrRtjosQb616iX-LJoA3naK029lFuxnwXQAsRrdaF2Qcsw9UxDysxwoY0tduG_7of293XoCIRcX/s320/whole_lotta_wonder_woman_431315.jpg" /></a><br /><div><span class="messageBody">La Mujer Maravilla como nos la pintan, no existe.</span></div><div><span class="messageBody">No somos chicas 10.<br /></div></span><div id="id_4d8a305bcb61f0981186504" class="text_exposed_root text_exposed">Nos equivocamos, podemos cambiar de dirección, andar despeinadas, cantar duro, llorar, mandar todo pal carajo, bailar sin ritmo, ser sentimentales y también pensar en vanalidades...<br />Podemos engordarnos, enflaquecernos, deleitarnos horas en el ocio...<br />Wonder woman nos la inventamos nosotras mi<span class="text_exposed_show">smas y nos lo creímos, que es lo mejor...<br />Por eso, a todas las Wonder woman, las llamo a la desobediencia y al descontrol!!!</span></div>Tacones y Labios Rojoshttp://www.blogger.com/profile/04254948340397492640noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6297516916288269997.post-86821534908443965002011-02-04T08:28:00.000-08:002011-02-04T10:58:35.552-08:00Shock postraumático de peluquería<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiK-Hlke_iI-LDIVP5ElRknJXuYqg-yXs4QVn_hzjCw_2Ueo5DRIMzEe8ahJOcg77H3nk06dqVMhfMu_N9eOS87MlBS-N2Wos49SuZJ7ZkbwvqUcEZg_7Rl4wX6bIrXdGonPSM6eL65H8r4/s1600/maitena-peluqueria.jpg"><img style="MARGIN: 0px 0px 10px 10px; WIDTH: 249px; FLOAT: right; HEIGHT: 320px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5569907925259044194" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiK-Hlke_iI-LDIVP5ElRknJXuYqg-yXs4QVn_hzjCw_2Ueo5DRIMzEe8ahJOcg77H3nk06dqVMhfMu_N9eOS87MlBS-N2Wos49SuZJ7ZkbwvqUcEZg_7Rl4wX6bIrXdGonPSM6eL65H8r4/s320/maitena-peluqueria.jpg" /></a><br /><div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhExuAwTbJrD0somlojA8dHwgWWmAkyrXTq46EzA7_-JN-BjNttVSlGd8GTq4s1ZyXYotpzP1GlxKAfXXwWhXN_PvFs__YNmxnqNGvyCPnsF8pCdn0WmGTAeEt7m7M7kxElcyDzh94XFYV5/s1600/imagesCAQU6VHK.jpg"></a><div><div><p class="MsoNormalCxSpFirst"><span style="font-family:Times New Roman;"><span style="font-family:trebuchet ms;">Creo que coincidimos en que en las peluquerías se toman las grandes decisiones y se evidencian los momentos por los que pasamos las mujeres. Si estamos depre, felices, en transición, si queremos cambiar de vida y gritárselo al mundo… Una amiga inclusive realizó un documental llamado “la terapia del pelo” en el que un montón de <em>ventiañeras </em>(en esa época) hablan de sí mismas a través de sus cortes y colores.</span></p><p class="MsoNormalCxSpFirst"><span style="font-family:trebuchet ms;">Hace ya unos cinco años me rapé toda la cabeza inspirada por una mujer bellísima y muy femenina que aparece en la película cubana “La vida es silbar” y salí feliz de la peluquería a celebrarlo con Catta -amiga del alma y cómplice incondicional-, brindando con un trago de tequila. </span><span style="font-family:trebuchet ms;">Al otro día que me levanté, ¡¡¡casi me muero!!! ¿calva yo, a qué hora, por qué, qué me pasó? Eso exactamente es lo que yo llamo “shock postraumático de peluquería”, porque viene casi siempre al otro día cuando te ves al espejo y encuentras a otra en ti, o cuando ese corte de modelito fashion contemporánea que te hicieron se desvanece cuando lavas el pelo y nunca más vuelve a ser el mismo, o para no ir más lejos, cuando pides una cosa y te hacen otra… o cuando cometes el error de dejar todas las decisiones en manos de tu peluquero <i style="mso-bidi-font-style: normal">choco-loco</i>.</span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle"><?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" /><o:p></o:p><span style="font-family:trebuchet ms;">Maitena, una humorista argentina que ilustra y escribe sobre mujeres, dice que de nuestras inconformidades “nunca” decimos nada en la peluquería y que las maldiciones y lamentos sí los echamos pero en la calle. Y es verdad. Que tire alguna la primera piedra. También recuerdo a los 12 años mi primer copete “Alf” que mi madre me mandó a hacer en una peluquería muy <i style="mso-bidi-font-style: normal">fansy</i> de Manizales. El peluquero genio de turno me lo cortó pero al revés, yo me quedé callada y llegué a la casa desconsolada a llorar. Es más, a los chicos también les pasa… he visto a mi marido llegar con cortes rarísimos y al preguntarle qué le pasó, me contesta que no sabe en qué momento ocurrió. Hummm, no creo de a mucho…</span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle"><span style="font-family:trebuchet ms;">Y es que la peluquería y el peluquero ocupan un papel muy importante en nuestras vidas. Andar sin peluquero es como tener celular pero descargado. Con el peluquero se echa chisme, también se le cuentan cosas de la intimidad, se raja del país y se habla de farándula. Es más, confieso haber abandonado a un excelente y muy reconocido peluquero por no haber tenido <i style="mso-bidi-font-style: normal">feeling</i> con él. Es que no es justo, yo hablándole de lo que sentía y lo que quería en el pelo y él repartiendo picos entres sus otras clientas, atendiendo llamadas y armando negocios a la vez, el colmo…</span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle"><span style="font-family:trebuchet ms;">Es chistoso, porque uno le dice al peluquero “yo quiero esto, lo otro y aquello” y él termina haciendo lo que sabe o lo que quiere, nos pasa un espejo para que nos veamos el corte por atrás o el color y decimos “perfecto, divino” y luego en la calle nos empezamos a sentir raras, histéricas, ligeramente bellas (pero raras) y la mayoría de las veces, decepcionadas.</span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle"><span style="font-family:trebuchet ms;">La otra bonita de esos grandes cambios que se gestan en las peluquerías es llegar a la casa y que el marido no se dé cuenta o que por el contrario, todo el mundo te arme un escándalo y te digan “¡¡¡ay, pero por qué te lo cortaste, te veías mejor antes!!!”. La verdad, creo que esos comentarios le parten el corazón a la nueva chica que en algún momento soñamos ser en la peluquería y no deberían hacerse, porque ya para qué.</span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle"><span style="font-family:trebuchet ms;">El pelo se las trae con nosotras. El año pasado transité de peliuva a castaña oscura y de ahí a rubia. Ufff… debo decir que en el mes y medio que fui rubia descubrí el mundo de las chicas <i style="mso-bidi-font-style: normal">blondie</i> y esas cabelleras de apariencia sexy demandan bastante atención y cuidados.<span style="mso-spacerun: yes"> </span>Pero como si aquellos saltos no fueran suficientes, apenas llegué de mis vacaciones decidí recibir el 2011 pelirroja, el color que creo, es el que mejor me va. (Obviamente esas cosas solo se hacen con la complicidad de la mamá, de las amigas y del peluquero…)</span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle"><span style="font-family:trebuchet ms;">Y a propósito de este último cambio, surgió este artículo, porque llegó a mí el memorable shock postraumático de peluquería: “¿Qué me pasó, y ese rojo por qué tan subido? Estoy loca…” llegó el arrepentimiento mezclado con incomodidad, pero al poco tiempo empecé a disfrutarlo y a gozarme esa nueva yo que ahora soy ante el espejo. La verdad, esa es una de las cosas que más disfruto de ser mujer. Poder reinventarme cuando quiera, cambiar de corte, de color, de tamaño, maquillarme o no hacerlo, pintarme las uñas, y entrar y salir de mí misma hasta encontrar una que me guste y transmita cómo me estoy sintiendo en ese momento. </span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle"><span style="font-family:trebuchet ms;">Además les quiero compartir este fragmento que encontré en el blog: </span><a href="http://elcolumpiodemaia.blogspot.com/2009/05/despeinate.html"><span style="font-family:trebuchet ms;color:#800080;">http://elcolumpiodemaia.blogspot.com/2009/05/despeinate.html</span></a><span style="font-family:trebuchet ms;"> </span></p><br /><p class="MsoNormalCxSpMiddle"><b style="mso-bidi-font-weight: normal"><o:p></o:p></b><b style="mso-bidi-font-weight: normal"><span style="font-family:trebuchet ms;">“Lo realmente bueno de esta vida, despeina…</span></b></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle"><span style="font-family:trebuchet ms;">- Hacer el amor, despeina.<br />- Reírte a carcajadas, despeina.<br />- Viajar, volar, correr, meterte en el mar, despeina.<br />- Quitarte la ropa, despeina.<br />- Besar a la persona que amas, despeina.<br />- Jugar, despeina.<br />- Cantar hasta que te quedes sin aire, despeina.<br />- Bailar hasta que dudes si fue buena idea ponerte tacones altos esa noche, te deja el pelo irreconocible…<br />Así que cada vez que nos veamos yo voy a estar con el cabello despeinada”. </span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle"><span style="font-family:trebuchet ms;">Y esto lo digo yo: “hagamos lo que se nos dé la gana con nuestro pelo…”</span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle">------</p><p class="MsoNormalCxSpMiddle"><span style="font-family:trebuchet ms;">Y les recomiendo un libro que va al pelo: “La vida te despeina” de Angeles Mastreta.</span></p></span></div></div></div>Tacones y Labios Rojoshttp://www.blogger.com/profile/04254948340397492640noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-6297516916288269997.post-12355147148105565852010-11-24T17:06:00.000-08:002010-11-24T17:09:12.284-08:00De pelea con las panty medias<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_dZ7l0_kVZsSrj7eNRcDGPeBfjO0XK-AMOaSAKzx5jlo1tD0u1AlBpx8eIoQVbnltWg73c9Zy5-Rd9FzPxjc6loKfe92-0BbhqXIXIlpWZbPF9haPZFIjTHrm142Ez4H9IxlkbBys96Kn/s1600/medias+3_thumb%255B3%255D.jpg"><img style="MARGIN: 0px 0px 10px 10px; WIDTH: 320px; FLOAT: right; HEIGHT: 298px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5543287979215526834" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_dZ7l0_kVZsSrj7eNRcDGPeBfjO0XK-AMOaSAKzx5jlo1tD0u1AlBpx8eIoQVbnltWg73c9Zy5-Rd9FzPxjc6loKfe92-0BbhqXIXIlpWZbPF9haPZFIjTHrm142Ez4H9IxlkbBys96Kn/s320/medias+3_thumb%255B3%255D.jpg" /></a><br />Quienes me conocen saben de mi pasión por las panty medias. La verdad, es que son ya una obsesión: las tengo de comics, tradicionales, de rombos, moradas, de rayas, de malla, de lana, gruesas, veladas…<br /><br />Las que tengo nunca serán suficientes y cada vez que veo algunas por ahí interesantes las uno a la colección que con juicio he venido recavando desde hace algunos años. Ahora hay por montones en Colombia de diseño, antes era imposible conseguir algo. Recuerdo que yo se las encargaba a una chica que las traía de Italia y obviamente las vendía a costos exorbitantes.<br /><br />De hecho, la primera vez que fui a Argentina me enloquecí comprando de colores, porque aquí las chicas sólo conseguíamos negras, cafés y grises.<br /><br />Las panty medias me encantan por mi amor a las faldas también, me parece que son amigas inseparables que se complementan y que tienen una capacidad expresiva muy potente en una mujer. Sin embargo, usarlas son algo similar a un procedimiento que demanda experticia y paciencia.<br /><br />Empecemos por lo primero: ponérselas. Mi mamá me enseñó a usarlas como a eso de los 15 años: tomar la punta de la media e ir deslizándola suavemente por la pierna sin que se tuerza, sin que genere incomodidades especialmente en la pelvis y lo más importante, que quede pareja con la otra pierna. Esa primera partecita me lleva tomando del pelo ya como ¡¡¡19 años!!!<br /><br />Una vez he logrado ponérmelas, el siguiente paso es qué hacer con el dichoso cauchito de arriba. Nunca sé dónde mandarlo, si a la cintura, o bien arriba hasta donde estira la media, -que es casi llegando al busto-, o en la mitad del abdomen para que me tape el rollito… el caso es que donde la ubique, siempre me incomoda y siempre me deja marca en la piel.<br /><br />Creo que las mujeres poco hablamos del tema, pero sé que no soy solo yo la que padece ese problemita. He visto amigas poniéndoselas con más habilidad que yo, pero cuando llegan al cauchito me muero de la risa, porque las he descubierto estirándolo tanto que casi parece una trusa. La verdad es que me da risa, porque así no más uno se ve muy ridículo, pero ya con la pinta completa, uno se ve hasta sexy…<br /><br />El otro tema es el cuidado. Nos toca estar pendientes del filo de los escritorios, de la mesa, de no rozarnos con los anillos ni con las pulseras, de las mismas cremalleras de las botas y de los hermosos ¡gatos!, que a propósito han sido los autores del exterminio paulatino de una colección que atesoraba en la medida que los puntos deshilachados lo permitían.<br /><br />Pero lo que más considero incómodo, es el bendito tiro de las medias, porque algunas no tienen la elasticidad suficiente para llegar hasta la pelvis y acomodarse allí, y a medida que uno va caminando se va escurriendo lennntaaaameeeennnteeeee… y termina uno con la media en la entrepierna estorbando. Es una sensación horrorosa.<br /><br />La moda ha tiranizado la manera como nos toca usar las prendas. Odié la época de los jeans descaderados y las camisetas ombligueras, porque no conseguía un pantalón que medianamente me llegara casi a la cintura y una camisetita que aunque fuera me tapara el rollito. Y así un montón de imposiciones.<br /><br />Después de esta quejadera, debo decir claramente que <strong>NO voy a dejar de usar panty medias</strong>. Ah, no, eso no!!! Lo que sí quiero es llamar la atención a los fabricantes y diseñadores de medias que no se han dado cuenta que la era de la cintura como “Don Tuquito” (personaje de la serie de televisión El Chinche, que usaba los pantalones casi hasta las tetillas) ya pasó. ¡Por favor, no sólo es para que nos veamos bonitas, sino para que nos sintamos cómodas! Así que si esta nota la ponemos a circular, de pronto, -quién quita- que llegue a manos de algún diseñador de medias y se apiade de nosotras…Tacones y Labios Rojoshttp://www.blogger.com/profile/04254948340397492640noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-6297516916288269997.post-78887682946650594432010-08-19T19:52:00.000-07:002010-08-19T21:03:27.607-07:00¿Qué tienen los treinta?<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIW_iBupdqthtPb7VXBQsqYskX4mloUPkZX2vtmjWWUyN7WLN4FSyYz5PFuRCbPhmKNQ_Sg9bwbU30j-oQ1jC-RP-gEV5QzrDsKrKQwXb-LzKrhqPo6J-ouYDl3uNAus626qtfG6mIcp7I/s1600/mujer.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 224px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIW_iBupdqthtPb7VXBQsqYskX4mloUPkZX2vtmjWWUyN7WLN4FSyYz5PFuRCbPhmKNQ_Sg9bwbU30j-oQ1jC-RP-gEV5QzrDsKrKQwXb-LzKrhqPo6J-ouYDl3uNAus626qtfG6mIcp7I/s320/mujer.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5507322276868514962" /></a><br />“Ponte tus zapatos de tacón y taconea”<br />Por: Lisseth Angel Valencia<br /><br />Cuando tenía 22 años veía a los de treinta como unos seres grandes, lejanos e interesantes, pero, al fin y al cabo, de treinta, es decir, adultos.<br /><br />Y ni qué decir cómo era yo a los 22… creía que me las sabía todas y tenía ese extraño poder de persuasión que convencía a los demás de que así era. Hoy, recién llegada a los 34, no me da miedo aceptar que no me las sé todas y que -afortunadamente- me falta mucho por aprender. <br /><br />Lo que sí pasa conmigo -muy distinto a cuando tenía 22- es que me siento como en primavera. Toda florecida, como escuchando de fondo “qué bello abril” a lo Fito Paez.<br /><br />No es que todo esté resuelto ni que me sienta más tranquila, simplemente me siento yo. Voy a eventos sociales sin pizca de maquillaje si así me da la gana; combino todos los colores en una sola pinta sin miedo al qué dirán; me lanzo en patineta desde alturas urbanas gritando al unísono con universitarios de 18; tengo sexo libre, doméstico, salvaje, fluido; sudo cuando bailo y no me sonrojo; dejé el cigarrillo y lo que es más raro, mis amigos no me retan a caer en la tentación –como hubiera sucedido en la adolescencia- sino que aplauden y apoyan mi decisión.<br /><br />Esto de los 34 pinta bien, de verdad y sin exagerar… de todos modos, hay otras maneras de estar, por ejemplo, mi prima que me lleva seis meses me dice “ay mija, es que a esta edad…”, y conozco a otros que optaron por encerrarse en la casa a ver telenovelas. Cada cual con sus puntos de vista.<br /><br />Mi papá de 69 años me decía justo una semana antes de mi cumpleaños número 34, que él se siente como de 50, mientras yo le confesaba un poco avergonzada que yo me siento de 25. A veces me da pena decirlo porque son 9 años de diferencia; pero mi padre, que es un roble sabio, me insistió que lo más importante es la juventud en el corazón.<br /><br />De tal manera, que todavía tengo la fortuna de ir con mis amigos al parque un viernes soleado en la tarde a verlos montar monociclo; puedo mantener una conversación con alguien de 23 sin decir a cada rato “ay, cuando yo era joven…” y hasta le subí la altura a las minifaldas para sentirme más cómoda.<br /><br />Hay que decirlo, los 30 tienen sus ires y venires, y es indudable que el cuerpo empieza a cambiar notablemente. Por ejemplo, tuve que dejar los deliciosos lácteos y por tanto, comer menos helados… pero eso sí, todavía canto a todo pulmón “i want to break free” y <em>pogueo </em>uno que otro clásico roquero, aunque al otro día sienta como si me hubiera pasado un tractor por encima.<br /><br />Cada edad tiene sus temas. Para mí, la década de los 30 se me parece al proceso de montaje de los andamios donde uno ya empieza a mirar para arriba y echar con fuerza para allá. Lo más importante es dirigirse hacia lo que uno desea de corazón, porque conozco ya muchos treintañeros montados en lo más alto de los andamios, convencidos de que los treinta son el carrito último modelo, el perrito y las deudas, sin darse cuenta que se la pasan con el ceño fruncido y los sueños partidos…<br /><br />Por eso, para rematar cito a la lúcida columnista Odette Chain: "los treinta traen más ventajas que desventajas, a uno lo respetan más, tiene más libertad, dinero propio para gastar en zapatos innecesarios, más criterio, más experiencia y, lo más importante, tiene claro qué no le gusta y una mejor idea de lo que le gusta... Así que los que se sientan deprimidos por haber llegado a los 30, miren hacia adelante, que esto apenas está empezando a ponerse bueno".Tacones y Labios Rojoshttp://www.blogger.com/profile/04254948340397492640noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-6297516916288269997.post-54411554848709813132010-05-02T08:14:00.000-07:002010-05-02T08:26:15.577-07:00A propósito de abordar a un desconocido y hacer lo que se nos dé la gana…<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMTvCz3MVya9qZNP4cMT6AcY6IliE6clQJ3Cf0D8PLax0S6XoBTtwUunW6ewQGy_GLEj74wkDRIMkDhUlT0fNedKDuXJRtNUd1yadn7vjVuRwS4du23gS3k-U4FiZbzCRHCd-vwh5B4Afq/s1600/mujer+en+un+bar.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 253px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMTvCz3MVya9qZNP4cMT6AcY6IliE6clQJ3Cf0D8PLax0S6XoBTtwUunW6ewQGy_GLEj74wkDRIMkDhUlT0fNedKDuXJRtNUd1yadn7vjVuRwS4du23gS3k-U4FiZbzCRHCd-vwh5B4Afq/s320/mujer+en+un+bar.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5466694294647548450" /></a><br />“Ponte tus zapatos de tacón y taconea”<br />Por: Lisseth Angel Valencia<br /><br />Creo que las mujeres aún estamos en la onda de que nos caigan. Por muy de avanzada que digamos ser, todavía esperamos que ellos nos aborden y nos pidan el teléfono, (por lo menos para el primer contacto). <br /><br />Hace algún tiempo mi amiga Catta iba en una buseta, cuando se subió un chico muy atractivo que enseguida llamó su atención. Él, se le sentó al lado coqueto y desafiante a la vez. Avanzaban en el trayecto y mirada iba y venía de parte y parte, mientras a ella se le iba alterando el pulso y pensaba: “será que lo abordo?” “nooooo, qué vergüenza”, era siempre la respuesta inmediata.<br /><br />Cuando me contaba esto, la interrumpí furiosa y le pregunté que por qué no le hablaba y ella muy segura me respondió: “pensaría que soy una… golfa”. No lo podía creer. Se le había ido la oportunidad de conocer un tipo interesante, no digo que el amor de su vida ni nada de eso, pero sí al menos cuatro posibilidades: tener sexo casual, entablar una amistad, encontrarse con un baboso o todas las anteriores. Ante lo que yo personalmente creo que todas son ganancia, exceptuando la posibilidad de que fuera un baboso.<br /><br />Y eso no le pasa solo a Catta, me ha pasado a mí muchas veces, a casi todas mis amigas y a las desconocidas que cuentan arrepentidas historias similares. Entonces yo me pregunto ¿qué carajos nos pasa? Si cada vez somos más independientes, líderes en varios frentes y lo que es mejor: hijas de la revolución femenina. <br /><br />Aquí yo sé que voy a levantar tierra. Pero déjenme continuar porque no se trata de darnos palo a nosotras mismas sino de ver con claridad cuál es la parte del chip que no está funcionando. Para empezar, podemos ver un ejemplo muy sencillito: si un hombre va solo a un bar es interesante, pero si una mujer va sola, se construyen varios imaginarios al respecto: o la dejaron plantada, o está despechada o es una… ¡golfa!<br /><br />Claro, llevamos encima el peso de la mirada ajena; no sólo la masculina, también la de otras mujeres que juzgan a la que se sentó sola en la barra de un bar -mientras por dentro están muertas de ganas por experimentar lo mismo-, o los prejuicios heredados de las abuelas para quienes ese acto sería una gran insolencia.<br /><br />De todos modos, siempre está la mirada del otro. Pero la verdad, verdad… es que yo creo que en Colombia andamos muy pendientes del vecino. Si entró, salió, dijo o se calló. Y muy poco nos atrevemos a hacer lo que se nos da la gana, porque cuántas veces estando en un bus cantamos a todo grito la canción que nos gusta mientras la escuchamos en el mp4, o cuántas veces decimos realmente lo que de corazón pensamos, o cuántas veces nos regalamos la posibilidad de hablarle a un desconocido en el bus…<br /><br />Eso por un lado. Por el otro, están los clichés sobre los roles sexuales a los que continuamos haciéndoles juego, a partir de los cuales debemos esperar a que el hombre mande el primer zarpazo. Pero si resulta que el chico es un tímido empedernido, o se está rebelando contra el papel de macho alfa que le impuso la sociedad, pues ¡al traste el encuentro!, porque cada vez escucho a más hombres quejarse: “pero es que ustedes siempre esperan que uno lleve la iniciativa”.<br /><br />Creo que el problema no está en que se supone que somos mujeres de avanzada y que deberíamos ser más atrevidas. El gran meollo es que seguimos aplazando lo que queremos hacer por estar siguiendo los viejos patrones de conducta. <br /><br />Por eso, deseo que a Catta se le vuelva a presentar la oportunidad de hablarle a un total desconocido en el bus o donde sea, para que recuerde estas letras que no son más que la invitación a vivir aquí y ahora, donde solo cuenta lo que ella está dispuesta a hacer y soñar. Y si la vecina de silla del bus se baja las gafas con asombro, pues “de malas” y que ojalá se lleve las ganas de hacer también con su vida lo que le plazca. ¡Que así sea!Tacones y Labios Rojoshttp://www.blogger.com/profile/04254948340397492640noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-6297516916288269997.post-77814128329706806152010-04-12T17:40:00.000-07:002010-04-12T17:44:16.098-07:00Manifiesto del NO<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3CD5RcLu4VYVlkcAOTXMW3Dyqb1t2p8w5Poaob1GpxlnpMtdILAXhCPH3Lsxfch_SVVulWoRGKKUXvfBJAEZo7MaLIc3kpaz6lAZV_AQibGanwMn0Hnd6iH_y6JrUlSrZTtbYmq9Atsg4/s1600/No.jpg"><img style="MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 240px; FLOAT: left; HEIGHT: 320px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5459416413446427474" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3CD5RcLu4VYVlkcAOTXMW3Dyqb1t2p8w5Poaob1GpxlnpMtdILAXhCPH3Lsxfch_SVVulWoRGKKUXvfBJAEZo7MaLIc3kpaz6lAZV_AQibGanwMn0Hnd6iH_y6JrUlSrZTtbYmq9Atsg4/s320/No.jpg" /></a><br /><div>“Ponte tus zapatos de tacón y taconea”<br /><br /><strong>Por: Lisseth Angel Valencia</strong><br /><br />Que levante la mano quien no se haya echado un mal polvo por no saber decir que NO a tiempo ni en el momento indicado, o a quien no se le haya pegado el trasero en su silla de trabajo un viernes hasta entrada la noche por evitar decirle que NO al jefe con decisión… quisiera ver muchas manos arriba.<br /><br />Pero la verdad es que he podido comprobar que los colombianos somos pésimos diciendo que NO, y cuando lo hacemos pasan dos cosas: damos una excusa ó sentimos culpa. ¡¡¡Terrible!!! Al respecto, tengo que confesar que ya me salí del club de los que dan una excusa (y del club de los malos polvos también) y ahora miro directo a los ojos y digo sinceramente: “no puedo ir porque…” sin decir “Sí, fijo yo voy, claro…”, frase típica de mucha gente con la que deja metido a medio mundo.<br /><br />Decir NO es otra opción y es válida. Nos permite crecer, no genera falsas expectativas en los otros y cuando se pronuncia hace sentir un fresquito…<br /><br />Me cansé del montón de gente adulta que no sabe decir que NO. Que sabe de antemano que no quiere ir a tal compromiso y sin embargo asegura mil veces que irá y al momento de la cita llama a declararse con dolor de muela.<br />Me cansé también de la gente que se horroriza cuando digo que NO o de los que insisten incansablemente. Oigan, “cuando digo que NO es NO”, y cuando digo NO es porque estoy siéndome fiel, no buscando que me rueguen o hacerme la difícil.<br /><br />Creo que debemos educar esta nueva camada de colombianos en la cultura del NO, con la libertad de poderse negar a cosas que los harían populares pero que atentan contra sus valores, o con la posibilidad de decidir sobre su sexualidad sin el temor a hacer el ridículo porque dice que NO quiere echarse un polvo con el más bueno de la U.<br /><br />Y si cada vez decimos que NO de corazón para ser felices, estamos parados desde otro lado y estamos siendo nosotros mismos, por eso, a todos quienes lean este Manifiesto les invito a publicar sus NO más sentidos y a circularlos… Así que, bienvenidos y bienvenidas, este espacio es suyo. </div>Tacones y Labios Rojoshttp://www.blogger.com/profile/04254948340397492640noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6297516916288269997.post-13151573319468795922010-04-09T10:07:00.000-07:002010-04-12T17:49:37.091-07:00Cocinando a fuego lento... "viajar"<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtDaAOWhBvuIQdDf3iiP8D-lEtKejRCZR1ZJsGaMiJJ8ZvV8uRojM9XfFGwFkBPotRSIOGCA-OUIDmJd7ha0TayimLtn3pvox5LCBaAGZrFt5PMOs_bV3zzgSldwthCgoP08WFfzqM8Gev/s1600/afrodita.jpg"><img style="MARGIN: 0px 0px 10px 10px; WIDTH: 320px; FLOAT: right; HEIGHT: 259px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5459417757218315906" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtDaAOWhBvuIQdDf3iiP8D-lEtKejRCZR1ZJsGaMiJJ8ZvV8uRojM9XfFGwFkBPotRSIOGCA-OUIDmJd7ha0TayimLtn3pvox5LCBaAGZrFt5PMOs_bV3zzgSldwthCgoP08WFfzqM8Gev/s320/afrodita.jpg" /></a><br /><div><strong>Por: Lisseth Angel Valencia</strong><br /><br />"Ponte tus zapatos de tacón y taconea"<br /><br />Me encanta cocinar a fuego lento. Cada uno de los ingredientes de la cocina mística van sacando sus jugos, se mueven de un lado a otro en la olla, como nadando en un mar suave. Y mientras tanto, yo también voy sudando al compás de los vapores de la cocción. Los colores cambian, las texturas se ennoblecen y lo que más disfruto es que las cáscaras se van desprendiendo como quitándose sin prisa la máscara para entregarme lo que realmente me quieren regalar.<br /><br />Así percibo los viajes. Son parte de una gran cocina mística que nos ayuda a encontrar algo nuevo, o a recuperar algo perdido, así no lo estemos buscando. Eso es lo que más me gusta de la vida, que nos da regalos a pesar de nuestra resistencia, de nuestra ceguera, de nuestra ignorancia.<br /><br />El simple acto de alistar el equipaje, de prever detalles, de cerrar la cremallera de la mochila, de echársela al hombro o de arrastrarla sobre sus rueditas, es ya el inicio de una aventura inesperada. No sabemos cómo va a ser el viaje que desde ese mismo instante empieza a cocinarse a fuego lento.<br /><br />Sin tener que ser abiertamente sociable, en los viajes siempre se conoce a alguien nuevo, se intercambian correos electrónicos y lo más importante, se lleva uno un par de nuevas sonrisas. El aire cambia, el clima se siente diferente, el pelo se vuelve extrañamente manejable de un momento a otro, es más fácil usar escotes o ese saco que en la ciudad no sale con nada.<br /><br />Y es que en los viajes todo es posible. Cambiarse el nombre, inventar otra profesión, levantarse muy tarde o muy temprano, sonreírle a bellos hombres desconocidos, comprar en las plazas pequeñas curiosidades, comer nuevos alimentos a pesar de las dietas y las restricciones médicas.<br /><br />Ahí ya se está cocinando algo a fuego lento. Ahí ya los jugos están saliendo, ahí ya, mujeres, ahí ya pasa algo por dentro…<br /><br />Por esto, por todo lo que a diario soñamos, por las pérdidas, por las futuras ganancias, por lo que deseamos ser y no nos atrevemos, por el cansancio, por la rutina que nos paraliza, es que las invito a experimentar el viaje como ritual de encuentro con nosotras mismas y con nuestros propios jugos que hemos olvidado cocinar por estar atendiendo a otros, por estar en la carrera del posicionamiento laboral, por fugas de energía afectivas.<br /><br />La invitación que le hago a las mujeres es a prender el fogón, porque en cada viaje se cocina algo por dentro. Algo nuevo llega de regreso con nosotras, algo dejamos, algo perdemos, algo ganamos. Un nuevo plato de la cocina mística está a punto de ser disfrutado por nosotras mismas.<br /><br /><strong></strong><strong></strong></div>Tacones y Labios Rojoshttp://www.blogger.com/profile/04254948340397492640noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6297516916288269997.post-55721492896430870902010-04-09T09:47:00.000-07:002010-04-09T09:50:45.798-07:00Parche de chicas<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVYy0vwl4ECUpJ_ADhcaaLhf2bJ5Zj7FXwWFsN3ZdVOh2PvJSxkalVPUrafVIHikQ3-5eepLxGRn3WImkFGWjEcfFPe9DSiDGQNrzIVy6parAZC4EOA3oBErWd_DhYHZa5BCk03u5Uc6SX/s1600/parche+de+chicas.jpg"><img style="MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 320px; FLOAT: left; HEIGHT: 290px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5458181144250864146" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVYy0vwl4ECUpJ_ADhcaaLhf2bJ5Zj7FXwWFsN3ZdVOh2PvJSxkalVPUrafVIHikQ3-5eepLxGRn3WImkFGWjEcfFPe9DSiDGQNrzIVy6parAZC4EOA3oBErWd_DhYHZa5BCk03u5Uc6SX/s320/parche+de+chicas.jpg" /></a><br /><div><strong>Por: Lisseth Angel Valencia </strong><br /><br />"Ponte tus zapatos de tacón t taconea"<br /><br /><em>Cuando termina un matrimonio, lo normal es repartir los bienes, pero lo más difícil no son las cosas, porque esas se recuperan con el tiempo. Lo realmente duro es “cómo repartimos los amigos”, coreando a las españolas de la banda Ella Baila Sola. </em><br /><br />Yo ya pasé por esas y la repartición, además de dejarme sin casa, me dejó sin mis amigos hombres, lo que me llevó a una triste etapa de vacío y soledad. Sin embargo, en ese período oscuro pero afortunado, aparecieron las chicas en mi vida y de ahí en adelante todo cambió.<br /><br />Desde la Universidad preferí los hombres y la cosa se ponía mejor si yo era la única mujer del grupo. Claro, me cuidaban pero al mismo tiempo me sentía a la par con ellos, lo que me permitía ser la “ruda” del salón.<br /><br />Pero lo que realmente disfrutaba era cuando me decían orgullosos: “Uy pelada, a usted sólo le faltan un par de huevos…” ah, ¡qué maravilla! Estaba cerca del mundo masculino, era parte de ellos. Las demás eran solo unas chicas rosa aburridas que se reunían a criticar y a maquillarse en el baño.<br /><br />Con los chicos pasé buenos momentos y viví muy buena parte de mis recuerdos juveniles. Con ellos entré al fabuloso mundo del rock and roll y salté en cada uno de los Rock al Parque eufórica. Me enamoré y desenamoré de un par de ellos y conocí a Bogotá desde sus entrañas.<br /><br />Pero regresando al tema de la separación, llegado el momento, los amigos también se fueron paulatinamente. Recuerdo mucho estar en un bar pasada de copas, llorando despechada en medio de mis nuevos compañeros de trabajo, sintiéndome sola y desubicada, cuando de la nada apareció Sasha mirándome fijamente con ojitos intuitivos preguntándome: ¿estás recién separada?<br /><br />No lo podía creer… nadie sabía, era el secreto mejor guardado en mi trabajo porque recién entraba. Sorpresivamente se me fue la borrachera, tomé aire y entré en llanto. Me tomó del brazo y me arrastró hasta el baño. Ese baño donde tanto criticaba el encuentro entre “viejas”. Pues ahí estaba teniéndome de las paredes mientras le contaba a una desconocida toda mi historia como si la conociera hace años.<br /><br />Hablé sin parar, y en simultáneo entraban y salían chicas del baño, no sin antes abrazarme y darme frases de aliento. ¿Qué estaba pasando allí? De dónde habían salido esas que se solidarizaban fácilmente conmigo sin saber lo que me pasaba… al final de la llorada, con los ojos hinchados aparecieron las risas y regresé a la pista a bailar “sola”.<br /><br />Al otro día recibí una llamada de Sasha a chequear si seguía viva. Fue un descubrimiento increíble. Tras ella se reveló el mundo de lo femenino que básicamente consistía en una gran red de soporte emocional, que actuaba como una telaraña de la que ninguna se caía por más telúrica que estuviera. Chicas que vivían juntas por temporadas, que hacían colectas para que una de ellas se fuera de viaje si así lo requería, que se limpiaban los mocos y las lágrimas amorosamente y sin pena de llegar a pasar por “intensas”. Ahí llegué en medio de mi crisis existencial y más tarde se fueron uniendo otras con todas sus pérdidas y ganancias a cuestas.<br /><br />Como las telarañas se tejen, las reuniones entre chicas resultaron parecerse a esos antiguos costureros de las abuelas donde cada una puntada a puntada nos íbamos fortaleciendo y apoyando, en medio de las cocinas, las llamadas telefónicas a cualquier hora, los correos, los abrazos y los fantásticos aquelarres.<br /><br />En medio de esos milenarios encuentros entre “brujas” posmodernas aparecieron los tacones, los labios rojos, las narraciones amorosas y las nuevas búsquedas. Desde aquél momento hasta ahora, nunca he sentido que no vale la pena tener amigas, nunca he sentido que son una sarta de chismosas envidiosas (una de las quejas más frecuentes entre mujeres). Al contrario, cada logro mío es de todas, el abrigo rojo nuevo es de la que lo necesite para verse bonita, los aprendizajes son colectivos y por supuesto, ninguna necesita ser “ruda” para estar en el parche.<br /><br />Eso sí, los chicos siempre son y serán bienvenidos. Afortunadamente ellos son la energía complementaria, los que le ponen el caramelo al postre, los que se ríen de nuestras ocurrencias y relatos intensos, y los que nos sacan a bailar cuando ya ven que estamos pegadas a la silla de tanto cotorrear. Así somos, entre nosotras la pasamos bien. Nos tenemos las unas a las otras con la seguridad de estar sostenidas por una telaraña invisible que nos acompaña cual cinturón de seguridad. </div>Tacones y Labios Rojoshttp://www.blogger.com/profile/04254948340397492640noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6297516916288269997.post-4287436038680331182010-04-09T09:38:00.000-07:002010-04-09T09:58:10.798-07:00El sueño de enamorarse de un extranjero<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg43IfXdKj9EXLJIGrQbZtN6ILPh9fv9441jpBn0fCP9aCX3_cFA7KqdVHaL9ZqzG5mGxQ7ajYKLA2C7iS29_vDma6gr-PjthJLqcd1KWabBh4gPTIJ5TZlVfwA7gAbB2omP2u_AoMIdcn3/s1600/enamorarse.jpg"><img style="MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 251px; FLOAT: left; HEIGHT: 320px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5458183053060832930" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg43IfXdKj9EXLJIGrQbZtN6ILPh9fv9441jpBn0fCP9aCX3_cFA7KqdVHaL9ZqzG5mGxQ7ajYKLA2C7iS29_vDma6gr-PjthJLqcd1KWabBh4gPTIJ5TZlVfwA7gAbB2omP2u_AoMIdcn3/s320/enamorarse.jpg" /></a><br /><div>Por: Lisseth Angel Valencia<br /><br /><strong>"Ponte tus zapatos de tacón y taconea"</strong><br /><br /><em>¡Lo juro! A decenas de amigas les ha funcionado, pero a mí no, y es por eso, que cuento la otra cara de la novela rosa. </em><br /><br />Me encanta escuchar la cantidad de historias con happy end de parejas que se conocieron por facebook, o que en un viaje tuvieron un romance apasionado y luego, alguno de los dos dejó atrás su vida para irse a otro país a vivir una gran historia de amor.<br /><br />Por años, esas narraciones me impactaban e incluía dentro de mi panorama sentimental un encuentro intercontinental con un chico que me endulzara el oído en otro idioma. Me parecía increíble eso de de vivir como en una comedia romántica y sobre todo, eso de empezar una nueva vida llena de nuevas aventuras. Incluso me imaginaba diciéndole a mi amante foráneo: “esto es un molinillo, así hacemos el chocolate; mira, aquí en Colombia pides rebaja por todo y no te debes dejar tumbar”…me imaginaba como una especie de guía turística aventajada, orgullosa de mi malicia indígena.<br /><br />Y el caso, es que a los 27 años me enamoré perdidamente de un francés muy romántico, con quien vivimos una corta pero apasionada historia de amor en Buenos Aires, a donde había decido exiliarme luego de una dolorosa ruptura. Como es de imaginarse, todo fue hermoso, paseos tomados de la mano, besos en cada esquina, frases cursis en otro idioma, todo idílico. Pero al francés le llego la hora del regreso a su país y nos tuvimos que despedir, no sin antes jurarnos un reencuentro en alguno de nuestros continentes.<br /><br />Las chateadas no fluían como esperamos, los días pasaban y el reencuentro cada vez lo veíamos más lejos. Ninguno de los dos sabíamos qué carajos llegar a hacer al país del otro. No concebía la idea de abandonar mi vida y mi profesión para ir a trabajar de niñera en París, cuando la única palabras que sabía decir era je t´aime” o “ salut” y él tampoco sabía qué venir a hacer aquí cuando allá ganaba en euros y hasta ahora empezaba a despegar profesionalmente.<br /><br />Con el tiempo nuestros planes se fueron enfriando y nos convertimos al principio, en amantes virtuales y luego, solo en buenos amigos. A los dos años más o menos, conocí en Uruguay un alemán que no hablaba ni pizca de español, y que tenía una mirada oceánica hermosísima. Pero ahora era yo quien se debía regresar a su país y como ya había aprendido la lección, no hice promesas de reencuentros. Sin embargo, a los seis meses, él llegó a Colombia enamoradísimo de Suramérica luego de recorrerla por más de diez meses y por supuesto, llegó enamorado de mí.<br /><br />De nuevo el corazón latía fuerte. Y esta vez, era él quien estaba dispuestísimo a instalarse aquí. Quería montar una panadería gourmet, soñábamos luego con comprar una tierra y dedicarnos a criar caballos y una prole de hijos rubios con malicia indígena. Pero antes de radicarse, quería conocer Colombia y me invitó a acompañarlo al Tairona, cosa que no pude hacer, porque en ese momento no podía dejar tirado mi trabajo. Se fue con la promesa de volver dentro de una semana, pero claro, Caribe es Caribe y su permanencia se alargó casi un mes.<br /><br />Al regresar me dijo que me amaba, pero que una cosa y la otra. La verdad, yo creo que en medio de esas playas afrodisiacas conoció una colombiana tropical que le robó el corazón y se dedicó a criar peces con ella, quien sabe… el caso es que ese también se regresó a su país y de vez en cuando me adelanta cuaderno de su vida en Alemania.<br /><br />Con esos antecedentes, me quedé quietica y concentrada en mis planes. Pero como la vida es caprichosa, como a los dos años, me fui a mochiliar sola por Suramérica y en Perú conocí un canadiense fantástico, que algunos colombianos que conocí en el viaje lo llegaron a apodar “el paisa”. Con él sí que nada de planes, para mí fue un compañero de viaje extraordinario que revivió mi pulso. Duramos dos meses mochiliando juntos y se devolvió a su país con el corazón arrugado pero con muchas ganas de conocer Colombia.<br /><br />Al cabo de un año recibí un correo anunciándome que venía a visitarnos y yo no paraba de reírme, no solo por la sorpresa de cómo lo había impactado nuestro país, sino porque yo estaba iniciando una relación con un colombiano de sonrisa amplia, excelente bailarín de salsa, que me endulzaba el oído en mi mismo idioma y con quien compartíamos esa chispa latina y cabe decir, quien actualmente es mi marido. Y aquí empieza mi defensa al amor nacional: Me encantan los colombianos melosos, que sudan bailando boogaloo, que te seducen a punta de sonrisas y buenos chistes.<br /><br />Me encanta eso de no tener que explicarle lo que es un molinillo, porque de paso, sabe que si no se porta bien, se lo pongo en la cabeza. Me encanta eso de no tener que empezar una vida nueva en otro país, sino de inventarla aquí en pareja. Me encanta no tener que explicarle con plastilina los comentarios de doble sentido…<br />Bueno, esa es mi defensa a los amores nacionales. Pero lo que sí es cierto, como dije al principio, es que esos amores con happy end existen: Martha conoció a Miguel por MSN, ahora viven en Argentina y son padres de la bella Brisa; Victoria conoció a Allan, el inglés buena onda y ahora viven acá; Aseneth conoció al húngaro Patrick en Nueva York y ahora viven en Turquía y como ellos, hay miles de historias dignas de contar en nombre del amor intercontinental.<br /><br />Lo único que yo sé es que tengo un excelente compañero de baile al que le digo coqueta cada vez que suena “La Temperatura” de los Hermanos Lebrón: “Camine pues mijito a azotar baldosa” y él se levanta de la silla como si le acabaran de dar cuerda y sonriendo con ganas, de esas que sólo los colombianos llevan en la sangre…</div>Tacones y Labios Rojoshttp://www.blogger.com/profile/04254948340397492640noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-6297516916288269997.post-7782302433646623422010-04-09T09:32:00.000-07:002010-04-12T18:48:04.365-07:00Tips para compradoras compulsivas<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsZiJpSNhYbtZci-8dyE1xusq6L5kBeJu3dT1pqCm_FsZAzGNvVr8_wUD-09p9CQcHy9mS0LiJF2ShRkdAn4kZ2azvY7KOYsAu8WUz4yn361NFu6WBPRwEOCrQXXMplEzCYmcX5sY_nZjH/s1600/confessions-shopaholic.jpg"><img style="MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 199px; FLOAT: left; HEIGHT: 320px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5459432835601373778" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsZiJpSNhYbtZci-8dyE1xusq6L5kBeJu3dT1pqCm_FsZAzGNvVr8_wUD-09p9CQcHy9mS0LiJF2ShRkdAn4kZ2azvY7KOYsAu8WUz4yn361NFu6WBPRwEOCrQXXMplEzCYmcX5sY_nZjH/s320/confessions-shopaholic.jpg" /></a><br /><div>Por: Lisseth Angel Valencia<br /><br /><strong>"Ponte tus zapatos de tacón y taconea"</strong><br /><br />¡Compradora compulsiva! Así me declaro sin pudor. Bueno, con un poco que me alcanza a sonrojar cuando llegan los extractos de la tarjeta de crédito y renuevo votos de no volver a comprar cosas innecesarias.<br /><br />Vamos a decir la verdad. La fantasía de la mayoría de las mujeres es contar con una fluidez económica tal que aguante para comprarse uno que otro regalito para felicitarnos por un logro laboral o para subirnos el ánimo en medio de una depre o porque sí, porque lo vimos en una vitrina y es lindo. Lo he conversado con varias amigas y con un puñado de desconocidas y esa es la fantasía.<br /><br />Pero la verdad, es que la mayoría de nosotras tenemos dentro de nuestras prioridades económicas pagar los servicios, la cuota del préstamo, el resto de apremiantes gastos domésticos y como si fuera poco, pagar mensualmente los “insulsos” parafiscales (porque para ser sincera, ¿no es insulso pagar una pensión que llegada la hora del soñado retiro, estará ya en la edad de 80 años?)<br /><br />En ese orden, pasar por una vitrina repleta de accesorios, de ropa interior, de zapatos o de ropa es un verdadero karma si es a mitad de mes cuando ya las cuentas se han pagado pero la cuenta bancaria queda desocupada. No solo me ha pasado una vez, me sucedido muchas veces y lloriqueo y me quejo con amargura; pero de todos modos, entro al almacén a antojarme.<br /><br />Sin embargo, descubrí una formulita para organizar mis instintos compulsivos y mantener la bestia al margen. Cansada de pasar saliva, sufrir y de pagar altas cuentas en la tarjeta de crédito, decidí hacer una lista con mis antojos por más extravagantes o sencillos que fueran para evitar comprar lo primero que se me atravesara, para tener luego la satisfacción de chulear cada uno y de paso, sentir que sí cumplo mis metas.<br /><br />Cabe resaltar que la listita va más allá de lo material, porque también me funciona al pelo con mis propósitos personales: hacer ejercicio, leer el libro que tengo guardado en la mesita hace un año, llamar a esa amiga que tuvo bebé… el truco consiste simplemente en cumplirse y darse gusto en la medida de las posibilidades.<br /><br />Otro componente de la formula, es evitar a toda costa vitriniar. Así que esos planes con amigas de encontrarse en un centro comercial, deben ser reemplazados por un caminata lejos de distracciones o te en la casa. Y otra cosa, que es absolutamente saludable, es darle una repasada al closet y examinar concienzudamente lo que en realidad hace falta, porque, ¿cuántas pares de tacones rojos ya tengo? Pues si lo miramos con sensatez, lo que hacemos es caer en el viejo esquema de la acumulación per se.<br /><br />Claro, aún se me altera el pulso cuando paso al frente de una vitrina que exhibe descaradamente: “todo con el 50%”. Sin mentir, debo tomar aire y seguir de largo, la diferencia es que ahora me siento como una junkie en proceso de rehabilitación, como el AA que hace el esfuerzo en un coctel de no recibir ni un vinito. Por eso, cada vez que paso por una vitrina recuerdo las cosas que ya tengo, repaso si está en mi lista, si realmente puedo comprarlo y me repito amorosamente: nada me falta, todo lo tengo…</div>Tacones y Labios Rojoshttp://www.blogger.com/profile/04254948340397492640noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6297516916288269997.post-26737631093714552032010-04-09T09:30:00.000-07:002010-04-12T18:41:08.321-07:00La rebeldía de los tacones y los labios rojos<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1fek2yA1fh4pg8yXK9uqro1e0Kt7jg2u0mTriqzPuk6KATl_clyGYNqhQk4r9PY_tWS1hzFmClaC8NkMD4eFHs4l_1MMsi24Tj1hcHzD57NwMoxsGdhtXSsNLI3imeF0vIMCzTi60G_-t/s1600/tacones+y+labios+rojos.JPG"><img style="MARGIN: 0px 0px 10px 10px; WIDTH: 199px; FLOAT: right; HEIGHT: 320px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5459430963472103746" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1fek2yA1fh4pg8yXK9uqro1e0Kt7jg2u0mTriqzPuk6KATl_clyGYNqhQk4r9PY_tWS1hzFmClaC8NkMD4eFHs4l_1MMsi24Tj1hcHzD57NwMoxsGdhtXSsNLI3imeF0vIMCzTi60G_-t/s320/tacones+y+labios+rojos.JPG" /></a><br /><div>Por: Lisseth Angel Valencia<br /><br /><strong>"Ponte tus zapatos de tacón y taconea"</strong><br /><br />A los 16, usaba botas militares de puntera, jeans rotos, y para uno que otro matrimonio, calzaba con sacrificio unos pequeños taconcitos de 3,5 cms. que me hacían sentir ridícula. Luego, como a eso de los 23 me volví extrañamente una señora muy formal. Tanto, que mi mamá y yo compartíamos la ropa.<br /><br />Pero como a eso de los 26 empezó a pasar algo extraño conmigo. Obviamente ya ni pensaba en las botas militares (porque claramente la onda grunge ya se me había salido de la cabeza), con la ropa de mi mamá me sentía disfrazada y para rematar, me había hecho la promesa solemne de nunca usar un sastre. Entonces, lo que tenía ante mis ojos era una verdadera crisis de… identidad?<br /><br />A esto le sumaba el trauma de caderona, usaba sacos largos dizque para disimular los conejos y de paso, evadirme de los poco galantes piropos de obreros y policías. Mejor dicho, mi closet y mi estilo eran un fracaso. Ahora que miro en perspectiva, parecía una niña buena, con síndrome de monjita reencauchada.<br /><br />Abría mi closet y encontraba una verdadera colección de ropa comprada de manera compulsiva siempre en rebajas, de manera, que todo parecían retazos que no iban unos con otros, y las faldas largas y escuálidas que me acompañaron en alguna época ya me parecían absolutamente aburridas. Lo que en realidad quería era sentir mi piel, verme a un espejo y encontrar allí retratada un poquito de mi sensualidad.<br /><br />Poco a poco, me fui reconciliando con mi cuerpo, que creo, es la puerta de entrada hacia cualquier proceso de construcción de identidad. Aparecieron como por arte de magia las camisetas de tiritas, las medias de malla, las faldas a la rodilla (por fin) y la intención de encontrar un buen peluquero que le quitara volumen a mi melena de niña buena.<br /><br />Ya a los 31 me sentía realmente más sexy, más cómoda conmigo y con mi ropa. Pero faltaba algo. Un día mi amiga Sasha apareció en una cena con “¿tacones?”, gritamos todas al unísono. Y ella, sin pudor, nos desfiló como si montada en esos 6 cms. caminara por una pasarela.<br /><br />Todas quedamos atónitas. ¿Cómo era posible que alguna de nosotras usara tacones si habíamos jurado andar de converse toda la vida? El caso es que Sasha se pavoneaba cómoda por todo lado con sus tacones y la verdad, se veía muy chic.<br /><br />Tengo que confesar que ese episodio me movió el piso. Un día iba pasando por un almacén y vi unos tacones nada convencionales y luego de llamar a mis amigas a consultarles y llamar a mi mamá (quien se rió de mi y me aseguró que nunca me los iba a poner), tomé aire, me los probé, los caminé en el almacén una y otra vez y los compré.<br /><br />Efectivamente, duraron como un año guardados. Y yo mientras tanto, me hacía la loca con el tema. Todas paulatinamente fueron comprando también sus tacones de manera discreta. Hasta que un día en una de nuestras amadas cenas, coincidimos con tacones. Al vernos, los chicos nos silbaron y dijeron cosas bonitas. Como de costumbre, nos encerramos en la cocina a adelantar cuaderno y el primer tema, fueron por supuesto, los tacones. Confesamos nuestra inseguridad al caminar, pero al mismo tiempo, todas destacamos su efecto embellecedor sobre las piernas y la conclusión es que debíamos ser constantes hasta dominarlos.<br /><br />A las siguientes cenas, continuamos llegando entaconadas, pero la última sorpresa nos la dio Andrea cuando se presentó con su bella cara pálida, como de costrumbre, sin una gota de pestañina o rubor, pero con los labios rojos. ¡¡¡Eso era el colmo!!! Se veía más hermosa que nunca. Llevaba unos tacones verdes eléctricos, unas medias de malla negras y esos labios rojos…<br /><br />A la semana, Catta se atrevió a probarlo y se miraba y se reía ante el espejo. Después de mucho darle vueltas salió a la calle y me cuenta que se sintió auténticamente sexy.<br /><br />La próxima en probarlo fui yo y quiero confesar que ese coctel de tacones y labios rojos es frenético. Por eso, a todas las que pasan de largo ante los tacones, les digo que se animen, que se encierren en sus casas y practiquen hasta vencer la timidez y que esculquen en sus cosmetiqueras y rescaten esos labiales rojos que ya habían mandado al olvido. Por que, lo que es a mí, esa combinación me hace recordar a un Cosmopolitan bebido en buena compañía, un miércoles por la noche.</div>Tacones y Labios Rojoshttp://www.blogger.com/profile/04254948340397492640noreply@blogger.com1