viernes, 9 de abril de 2010

El sueño de enamorarse de un extranjero


Por: Lisseth Angel Valencia

"Ponte tus zapatos de tacón y taconea"

¡Lo juro! A decenas de amigas les ha funcionado, pero a mí no, y es por eso, que cuento la otra cara de la novela rosa.

Me encanta escuchar la cantidad de historias con happy end de parejas que se conocieron por facebook, o que en un viaje tuvieron un romance apasionado y luego, alguno de los dos dejó atrás su vida para irse a otro país a vivir una gran historia de amor.

Por años, esas narraciones me impactaban e incluía dentro de mi panorama sentimental un encuentro intercontinental con un chico que me endulzara el oído en otro idioma. Me parecía increíble eso de de vivir como en una comedia romántica y sobre todo, eso de empezar una nueva vida llena de nuevas aventuras. Incluso me imaginaba diciéndole a mi amante foráneo: “esto es un molinillo, así hacemos el chocolate; mira, aquí en Colombia pides rebaja por todo y no te debes dejar tumbar”…me imaginaba como una especie de guía turística aventajada, orgullosa de mi malicia indígena.

Y el caso, es que a los 27 años me enamoré perdidamente de un francés muy romántico, con quien vivimos una corta pero apasionada historia de amor en Buenos Aires, a donde había decido exiliarme luego de una dolorosa ruptura. Como es de imaginarse, todo fue hermoso, paseos tomados de la mano, besos en cada esquina, frases cursis en otro idioma, todo idílico. Pero al francés le llego la hora del regreso a su país y nos tuvimos que despedir, no sin antes jurarnos un reencuentro en alguno de nuestros continentes.

Las chateadas no fluían como esperamos, los días pasaban y el reencuentro cada vez lo veíamos más lejos. Ninguno de los dos sabíamos qué carajos llegar a hacer al país del otro. No concebía la idea de abandonar mi vida y mi profesión para ir a trabajar de niñera en París, cuando la única palabras que sabía decir era je t´aime” o “ salut” y él tampoco sabía qué venir a hacer aquí cuando allá ganaba en euros y hasta ahora empezaba a despegar profesionalmente.

Con el tiempo nuestros planes se fueron enfriando y nos convertimos al principio, en amantes virtuales y luego, solo en buenos amigos. A los dos años más o menos, conocí en Uruguay un alemán que no hablaba ni pizca de español, y que tenía una mirada oceánica hermosísima. Pero ahora era yo quien se debía regresar a su país y como ya había aprendido la lección, no hice promesas de reencuentros. Sin embargo, a los seis meses, él llegó a Colombia enamoradísimo de Suramérica luego de recorrerla por más de diez meses y por supuesto, llegó enamorado de mí.

De nuevo el corazón latía fuerte. Y esta vez, era él quien estaba dispuestísimo a instalarse aquí. Quería montar una panadería gourmet, soñábamos luego con comprar una tierra y dedicarnos a criar caballos y una prole de hijos rubios con malicia indígena. Pero antes de radicarse, quería conocer Colombia y me invitó a acompañarlo al Tairona, cosa que no pude hacer, porque en ese momento no podía dejar tirado mi trabajo. Se fue con la promesa de volver dentro de una semana, pero claro, Caribe es Caribe y su permanencia se alargó casi un mes.

Al regresar me dijo que me amaba, pero que una cosa y la otra. La verdad, yo creo que en medio de esas playas afrodisiacas conoció una colombiana tropical que le robó el corazón y se dedicó a criar peces con ella, quien sabe… el caso es que ese también se regresó a su país y de vez en cuando me adelanta cuaderno de su vida en Alemania.

Con esos antecedentes, me quedé quietica y concentrada en mis planes. Pero como la vida es caprichosa, como a los dos años, me fui a mochiliar sola por Suramérica y en Perú conocí un canadiense fantástico, que algunos colombianos que conocí en el viaje lo llegaron a apodar “el paisa”. Con él sí que nada de planes, para mí fue un compañero de viaje extraordinario que revivió mi pulso. Duramos dos meses mochiliando juntos y se devolvió a su país con el corazón arrugado pero con muchas ganas de conocer Colombia.

Al cabo de un año recibí un correo anunciándome que venía a visitarnos y yo no paraba de reírme, no solo por la sorpresa de cómo lo había impactado nuestro país, sino porque yo estaba iniciando una relación con un colombiano de sonrisa amplia, excelente bailarín de salsa, que me endulzaba el oído en mi mismo idioma y con quien compartíamos esa chispa latina y cabe decir, quien actualmente es mi marido. Y aquí empieza mi defensa al amor nacional: Me encantan los colombianos melosos, que sudan bailando boogaloo, que te seducen a punta de sonrisas y buenos chistes.

Me encanta eso de no tener que explicarle lo que es un molinillo, porque de paso, sabe que si no se porta bien, se lo pongo en la cabeza. Me encanta eso de no tener que empezar una vida nueva en otro país, sino de inventarla aquí en pareja. Me encanta no tener que explicarle con plastilina los comentarios de doble sentido…
Bueno, esa es mi defensa a los amores nacionales. Pero lo que sí es cierto, como dije al principio, es que esos amores con happy end existen: Martha conoció a Miguel por MSN, ahora viven en Argentina y son padres de la bella Brisa; Victoria conoció a Allan, el inglés buena onda y ahora viven acá; Aseneth conoció al húngaro Patrick en Nueva York y ahora viven en Turquía y como ellos, hay miles de historias dignas de contar en nombre del amor intercontinental.

Lo único que yo sé es que tengo un excelente compañero de baile al que le digo coqueta cada vez que suena “La Temperatura” de los Hermanos Lebrón: “Camine pues mijito a azotar baldosa” y él se levanta de la silla como si le acabaran de dar cuerda y sonriendo con ganas, de esas que sólo los colombianos llevan en la sangre…

7 comentarios:

Babydoll dijo...

Me encantó tu Blog, me inspira... Estoy conociendo a un extrangero y quizá tenga experiencias similares a las tuyas. Si nos va bien, el tiempo dirá.

Miranda Blanco Fernandez dijo...

Hola :) he leido tu blog por coincidencia :) Estoy en una de esas relaciones intercontinentales, hehehe, y si, son bien dificiles, y que aplican a almas muy aventureras :) Llevamos 3 años juntos, y 1 año atras ya estabamos amigos, en unos meses mas estaremos celebrando nuestra boda, y si, sere una Mexicana mas con su "lepu" Frances :) hehehe. Amo nuestra vida llena de complicaciones, pero es cierto que a veces extraño esa complicidad que existe solo con un nacional, a quien no tienes q explicarle nada de tu mundo porq nacio aqui mismo, si que extraño eso, pero por nada cambiaria a mi "poco colorido" novio, hehehe. Muchos saludos desde Veracruz Mexico. Miranda.

Tacones y Labios Rojos dijo...

ESTO ESCRIBIERON AL CORREO ELECTRONICO:

Esta muy chevere la historia jaja, me reí mucho y me acorde de nuestra venta de café con tu franchute en Buenos Aires.
Te mando un beso, esta muy chévere amiga, sigue escribiendo, que me las he leido todas....

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JAJAJA, ESTÁ BUENO
SOBRE TODO EL SABER QUE CONOCÍ UNA PARTE DE LA HISTORIA... LA DEL FRANCÉS Y EL MOLINILLO
BYE
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Enternecida totalmente, cada tiesto con su arepa y felices, por fortuna hemos saboreado las mieles del amor de aquí y de allá, a mi solo me resta esperar para ver de qué cielo caerá mi maridito.

Abrazos. Me gustó
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está bonito.

Unknown dijo...

una parte de nuestra historia...
Beau texte, félicitation.

le petit ... loca

Anónimo dijo...

Me encantó tu historia. Soy mexicana, yo tuve una aventura con un canadiense que conocí en una bella playa de acá. Yo aprendí inglés hace unos años y me sirvió muchísimo para comunicarme con él, pues habla un poco español. Vivimos una intensa aventura durante una semana, fue maravilloso. Fue mi primera vez con un extranjero y fue divino. Muy intenso y muy fugaz... Nunca hicimos planes de nada, solo vivimos ese momento. Pero, si, es muy cierto que tener que explicarle cosas típicas de México, del doble sentido, de historia, me gustó mucho, también aprendí a ver a mi país desde otra perspectiva y por supuesto aprendí sobre Canadá. Pero, aún con todo lo maravilloso que viví, me encantan los mexicanos jajaja exactamente por las razones que dices, no tengo que explicar nada sobre mi cultura porque tenemos la misma!p Pero tampoco descarto la posibilidad de vivir algo más con algún otro extranjero, soltera y a mis 23 años, me falta mucho por conocer. Saludos!

Mari dijo...

Me encantó este texto! Y es la más pura verdad

Unknown dijo...

Hola Buena noche necesito un consejo