viernes, 9 de abril de 2010

Cocinando a fuego lento... "viajar"


Por: Lisseth Angel Valencia

"Ponte tus zapatos de tacón y taconea"

Me encanta cocinar a fuego lento. Cada uno de los ingredientes de la cocina mística van sacando sus jugos, se mueven de un lado a otro en la olla, como nadando en un mar suave. Y mientras tanto, yo también voy sudando al compás de los vapores de la cocción. Los colores cambian, las texturas se ennoblecen y lo que más disfruto es que las cáscaras se van desprendiendo como quitándose sin prisa la máscara para entregarme lo que realmente me quieren regalar.

Así percibo los viajes. Son parte de una gran cocina mística que nos ayuda a encontrar algo nuevo, o a recuperar algo perdido, así no lo estemos buscando. Eso es lo que más me gusta de la vida, que nos da regalos a pesar de nuestra resistencia, de nuestra ceguera, de nuestra ignorancia.

El simple acto de alistar el equipaje, de prever detalles, de cerrar la cremallera de la mochila, de echársela al hombro o de arrastrarla sobre sus rueditas, es ya el inicio de una aventura inesperada. No sabemos cómo va a ser el viaje que desde ese mismo instante empieza a cocinarse a fuego lento.

Sin tener que ser abiertamente sociable, en los viajes siempre se conoce a alguien nuevo, se intercambian correos electrónicos y lo más importante, se lleva uno un par de nuevas sonrisas. El aire cambia, el clima se siente diferente, el pelo se vuelve extrañamente manejable de un momento a otro, es más fácil usar escotes o ese saco que en la ciudad no sale con nada.

Y es que en los viajes todo es posible. Cambiarse el nombre, inventar otra profesión, levantarse muy tarde o muy temprano, sonreírle a bellos hombres desconocidos, comprar en las plazas pequeñas curiosidades, comer nuevos alimentos a pesar de las dietas y las restricciones médicas.

Ahí ya se está cocinando algo a fuego lento. Ahí ya los jugos están saliendo, ahí ya, mujeres, ahí ya pasa algo por dentro…

Por esto, por todo lo que a diario soñamos, por las pérdidas, por las futuras ganancias, por lo que deseamos ser y no nos atrevemos, por el cansancio, por la rutina que nos paraliza, es que las invito a experimentar el viaje como ritual de encuentro con nosotras mismas y con nuestros propios jugos que hemos olvidado cocinar por estar atendiendo a otros, por estar en la carrera del posicionamiento laboral, por fugas de energía afectivas.

La invitación que le hago a las mujeres es a prender el fogón, porque en cada viaje se cocina algo por dentro. Algo nuevo llega de regreso con nosotras, algo dejamos, algo perdemos, algo ganamos. Un nuevo plato de la cocina mística está a punto de ser disfrutado por nosotras mismas.

1 comentario:

Tacones y Labios Rojos dijo...

ESTO LO ENVIARON AL CORREO:
Extrañaba tus relatos de viaje y las mochilas... pues ellas llevan implícito ese deseo de "libertad" que tanto añoramos en algún momento de nuestras vidas.